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El comunicado posterior al encuentro mantenido entre el Rey y su padre, don Juan Carlos, es una clara muestra de que el regreso a España del pasado fin de semana, tras casi dos años de residencia en Abu Dabi provoca incomodidad en La Zarzuela. La nota mantiene en el «ámbito privado» los futuros movimientos del rey emérito en España. Don Felipe deja claro que existe un muro infranqueable entre ambos para salvaguardar la institución de la Monarquía parlamentaria.

La actitud de don Juan Carlos, amplificada por los medios, durante su estancia en Sansenxo contrastó con los deseos de la Casa Real, partidaria de una presencia más discreta. El anterior jefe del Estado no puede pretender que la sociedad española pase por alto las irregularidades fiscales que ha protagonizado, archivadas por prescripción o tras elevadísimas regularizaciones. De ello se debería dar explicaciones, un gesto que quedó en la conversación que mantuvieron padre e hijo.

Don Juan Carlos debe entender que su legado histórico incluye enormes servicios a España, pero no justifican comportamientos que vulneren la ejemplaridad exigible a cualquier mandatario; y de manera muy especial al jefe del Estado. Así lo entiende don Felipe, consciente de que, incluso con su sacrificio personal y familiar, debe preservar la dignidad y la continuidad de la Monarquía de todos.