La industria manufacturera, concretamente el calzado y la bisutería, ha desempeñado un papel capital en la economía de Menorca, con una larga tradición y el conocimiento del oficio.
Aquella «via menorquina del creixement», que era estudiada en los años 70 como un modelo en el que coexistían la actividad del sector primario, la industria y un sector servicios que se empezaba a desarrollar, ha dado paso al actual escenario.
La sociedad y la economía de Menorca -capítulo aparte lo constituye el sector público- dependen hoy del turismo, que a pesar de registrar una acusada estacionalidad aporta el 80 por ciento del PIB insular. Tanto el sector agrícola-ganadero como el industrial luchan por sobrevivir. Hoy informamos sobre las dificultades que atenazan la industria del calzado, bajo el signo de la incertidumbre por la reducción del consumo que ha provocado la pandemia, y, sobre todo, por el incremento de costes, tanto las materias primas como los energéticos, con el encarecimiento de la electricidad. A ello debemos añadir los sobrecostes de la insularidad, que reducen la competitividad de la industria local. Seguimos sin poder producir y competir en igualdad de condiciones.