¿Quién no recuerda aquel programa titulado «La Bola de Cristal» presentado por Alaska (Olvido Gara), icono juvenil de los 80, en el que salía aquel poco entrañable personaje de la Bruja Avería?
La Bruja Avería era la representación de lo más odiado por el pensamiento único: el libre mercado, encarnado en un personaje malvado, en una mala persona que para colmo era extraordinariamente fea; mensaje que era propagado a los más pequeños por el mayor organismo de adoctrinamiento después de, o junto con, la educación estatalizada, de nuestro país: Televisión Española.
Afortunadamente Olvido Gara hace ya años que consiguió salir de Matrix, y hoy en día son conocidas sus críticas al actual consistorio madrileño por sus ansias intervencionistas en las actividades de bares y discotecas. Sin duda, hoy Alaska es una firme defensora de la libertad, e incluso tiene un blog (junto con su marido) en la web de «Libertad Digital». Precisamente la movida madrileña pudo surgir gracias al entorno de una sociedad todavía no tan intervenida como hoy.
Sin embargo, después de 30 años de adoctrinamiento incesante, que forzosamente tenían que hacer mella en la sociedad, la educación se ha dejado en manos de políticos y sindicatos, y como consecuencia lógica el Informe Pisa nos pone siempre por debajo de la media de la OCDE, año tras año. Pero eso poco debe importar mientras se formen a fieles súbditos obedientes. Seguramente George Orwell cuando escribió una de sus obras más conocida, «1984», no sospechaba que algunos tomarían esa novela como un manual de instrucciones.
De todos los males que sufre nuestro país, la situación de la educación es seguramente la más preocupante, por sus repercusiones en un futuro muy próximo. Empeñarse en educar por un igual a niños con condiciones muy distintas unos de otros, despojar de autoridad a los maestros, eliminar todo vestigio de meritocracia, imponer por parte del partido gobernante en cada momento a todas las escuelas el mismo temario, hurtar a las familias su derecho a decidir qué tipo de educación quieren para sus hijos (incluso su derecho a educar a sus niños en casa, o decidir en qué idioma se les educará), va a suponer un grave problema sin duda, y más si tenemos en cuenta que en un periodo de 30 años todos los trabajos que actualmente realizan trabajadores no especializados (peones albañiles incluidos) van a ser realizados por robots. Y la solución no es esa estafa generalizada que nadie se atreve a parar que son los cursos de formación a cargo de las cuotas de la seguridad social, valdría más bajar esas cuotas y dejar de subvencionar por esa vía a sindicatos, patronales, etc.
Visto el panorama educativo de los últimos 30 años no es de extrañar que los males de nuestro país sean achacados tranquilamente por todos los medios de comunicación a cosas inexistentes como: «mercados desregulados» o «capitalismo de libre mercado», solo así se entiende que con casi un 23% de paro y con la juventud más preparada huyendo de España se tenga entretenido al rebaño. Si la crisis la ha provocado una administración pública elefantisíaca la solución no puede ser un aumento de impuestos, solución practicada por el PP y propuesta desde el PSOE hasta Podemos. Aunque lo del PP es de traca, ya que intentan ahora vendernos una bajada de impuestos, cuando según sus propios números entre 2015 y 2017 pagaremos de 33.000 a 36.000 millones más de impuestos comparados con 2011.
Juan R. Pons Carreras
Mahón