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Existen temas que recurrentemente salen en los medios y no nos acaban de impactar, pues sobre los mismos, pensamos erróneamente, que está todo dicho.

Uno de ellos es el de la vitamina D (25-hidroxivitamina D), también llamado colecalciferol (vitamina D3) o ergocalciferol (vitamina D2), que en la última reunión de la Sociedad de Endocrinología Americana realizado el 3 el junio pasado en Boston se volvió a revisar, y se plasmó en unas recomendaciones publicadas simultaneamente en el «Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism» el mes pasado.

Se hizo mención, en esta, a los grupos de riesgo sobre los que se debería realizar la recomendación de suplementar con esta vitamina y cuáles no; e incluso evitar el cribado rutinario de dicha vitamina en ciertos tramos de edad.

Y es que el análisis rutinario de esta vitamina al parecer da pie a la suplementación de la misma a veces innecesariamente, que, al margen de no generar beneficio alguno,    pudiera aumentar el riesgo de hipervitaminosis por vitamina D y todos los efectos adversos que puede provocar (esto es mío).

Con todo, los niveles de vitamina D se relacionan con múltiples patologías que van desde las enfermedades osteo-musculares, las metabólicas, como vimos con la diabetes; las    infecciosas como destacamos con la covid-19 («Es Diari» 09-05-2022) y con las cardiovasculares de las que también hablamos («Es Diari» 25-08-2023).

El tema de la vitamina D no deja de ser complicado puesto que las recomendaciones se basan en resultados de estudios de observación, que por ello pueden estar sometidos a diversos tipos de sesgos; con ello no siempre es fácil achacar que ciertos trastornos sean debidos exclusivamente a niveles bajos de vitamina D; aún así no ha sido óbice para que en el mundo occidental se haya producido un aumento en suplementación por esta vitamina, por un lado, y un aumento en la determinación de los niveles de vitamina D, por otro, en la población general; y no del todo justificado, según este documento. Así, en los Estados Unidos (EEUU), la prevalencia del uso de suplementos de vitamina D de más de 1000 UI por día aumentó del 0,3% en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) de 1999-2000 al 18,2% en la NHANES de 2013-2014.

Y es que la vitamina D, como hemos visto en otros escritos de «Es Diari», no es exactamente una vitamina, o sea, una sustancia que precises ingerir obligatoriamente sin la cual se puede producir un problema médico, si no se comporta más como una hormona sintetizada dentro del organismo, habida cuenta que la mayoría, se crea por el mismo organismo simplemente con la exposición al sol; y a partir de ahí precisa diferentes pasos por órganos, como el hígado o el riñón para llegar a ser activa (1,25-dihidroxivitamina D).

Una forma, en la    que su vida media y su función se ve afectada por ciertas hidroxilasas, ciertas variantes genéticas y varios agentes farmacológicos que pueden afectar su actividad; a su vez alteraciones en la reabsorción del calcio por los intestinos,    en ciertas patologías como la enfermedad renal crónica... Y a nivel periférico, su función se encuentra mediada por los receptores de la vitamina D según los tejidos. Por lo que se ve el tema no es fácil.

Para ello se analizaron ensayos clínicos controlados y aleatorizados con más de 1.000 individuos con comparadores adecuados.

El objetivo de esta revisión por esta sociedad científica es dar recomendaciones para la utilización de la vitamina D, reduciendo riesgos de contraer enfermedades en pacientes sin aparentes indicaciones establecidas; para ello se establecieron 14 preguntas clínicas prioritarias. Siendo los grupos etarios específicos, la población pediátrica de 1 a 18 años entre 19 y 49 entre 50 y 74 y más de 75 años.

Por regla general se recomienda administrar vitamina D en el primer año de vida para prevenir el raquitismo nutricional; algo a tener en cuenta tambien en las mujeres embarazadas; y las personas con prediabetes.

En esta Guía no se encontró evidencia que respalde la detección sistemática de la vitamina D en la población general, ni en personas con obesidad o tez oscura. Pero, este documento recomienda, con todo, administrar suplementos de vitamina D en niños entre 1 a 18 años para prevenir el raquitismo nutricional y para reducir el riesgo de infecciones respiratorias; para personas de 75 años o más debido a su potencial para reducir el riesgo de mortalidad; en embarazadas debido a su potencial para reducir el riesgo de preeclampsia, mortalidad intrauterina, parto prematuro, y mortalidad neonatal; y para aquellos con prediabetes de alto riesgo debido a su potencial para reducir la progresión a diabetes.

Y por último, recomendó que la suplementación diaria con vitamina D es mejor qué prescribir dosis más altas e intermitentes (lo habitual) de esta.