La acción comienza en Money, un pueblo de Mississippi, que “tiene exactamente el aspecto que sugiere su nombre. Bautizado desde esa tradición de ironía sureña recalcitrante, y desde la tradición adjunta de la incultura, el nombre se vuelve un poco triste, un indicador consciente de ignorancia que quizás convenga aceptar porque, reconozcámoslo, no va a desaparecer”.
En una casa de ese lugar lleno de paletos, encuentran un cadáver con el cráneo roto y ensangrentado. Alrededor del cuello tiene enrollado varias veces un trozo largo de alambre. Su entrepierna está cubierta de sangre y le han arrancado el escroto. A tres metros yace el cuerpo de un hombre negro y bajito con la cara molida a golpes, una cicatriz en el cuello como si se la hubieran cosido y los testículos del otro fiambre en la mano.
Nadie en Money se explica el crimen y mucho menos que el cadáver del hombre de color desaparezca de la morgue sin ninguna razón. El misterio se acrecienta cuando se vuelve a producir otro doble asesinato en el que una de las víctimas tiene un cable enrollado en el cuello y el órgano sexual amputado, apéndice que está en las manos de otro hombre que es nada más y nada menos que el muerto desaparecido de la morgue.
La policía local de Money está obviamente desbordada por esa explosión de violencia y por el misterio de la desaparición y reaparición de un cuerpo. Pese a todo recibe de mala gana la ayuda de dos inspectores federales, ambos afroamericanos. El sheriff recela que esa colaboración policial pues implica que los agentes forasteros les van a tratar como unos paletos, que es lo que en realidad son.
Percival Everett relata paso a paso la investigación que se complica a medida que se producen nuevos y disparatados acontecimientos. Lo único que parece estar claro es que la raíz del misterio está vinculada a una tragedia del pasado: el linchamiento en 1955 de un adolescente afroamericano acusado de coquetear con una mujer blanca.
Para embrollar más la trama hay un cameo del 45 presidente de los Estados Unidos, que es en quien seguramente estás pensando, protagonizando unas divertidas y delirantes páginas, con una declaración ante los periodistas en su más puro estilo.
La novela ganó el premio Bollinger Everyman Wodehouse al libro más divertido del año 2022 y fue finalista ese mismo año del Booker Prize.
Los árboles
Percival Everett
Traducción de Javier Calvo
Editorial De Conatus
357 páginas
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