La primera de ellas que se retrasó el horario (comenzó pasadas las nueve de la noche) y la segunda, que en esta ocasión no hubo palmarés. El Ayuntamiento decidió premiar a todos los participantes (seis carrozas y una comparsa) con la misma recompensa sin hacer distinciones: una merienda.
La comparsa estuvo integrada por las colles de gegants con acompañamiento musical. Por su parte, las carrozas apostaron por diferentes fórmulas para demostrar su ingenio. Las hubo que se centraron en temas de actualidad, como la masificación turística y Binibèquer.
Participó también una apuesta más clásica, como la dedicada a la Bella y la Bestia, y otra que se encargó de rememorar los éxitos cosechados en la Eurocopa de fútbol. Las tituladas «Hawaianos» y «Barbie» se encargaron de poner un toque especial de color a la celebración.
Una fiesta que, en palabras de la alcaldesa Maria Dolores Tronch, «es una tradición muy bonita, y que después de 50 años se siga manteniendo es todo un orgullo para el pueblo».
La primera edil recordó también que la tradición es posible «gracias a toda esta gente que necesitamos y que año tras año se anima a participar... Sin ellos no sería posible mantenerla viva».
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