El actor gallego, en una de las imágenes tomadas durante la filmación del anuncio.

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Mario Casas es, junto a Mireia Oriol, el protagonista del anuncio que Estrella Damm ha rodado en Menorca para la campaña «Mediterráneamente» de este verano. Un trabajo que le ha permitido al actor conocer la Isla, pocos días después del estreno de «El inocente». Sobre la serie, sobre el spot de la cervecera y sobre su trayectoria profesional hace balance, en exclusiva, para MENORCA · «Es Diari».

¿Cómo fue su paso por la Isla?

—Fue una semana muy bonita. Además, nunca había estado en Menorca y tuve la oportunidad de conocerla un poco, dentro de lo que nos permitió el trabajo. Fue muy especial, porque además conocí a todo el equipo de Estrella, son maravillosos, estuvieron ahí para hacer un anuncio un poco diferente. Fue genial.

¿Qué tal con el equipo de actores?

—Trabajé con un grupo de grandes actores, jóvenes, todos de Catalunya. La protagonista es Mireia Oriol. Es cierto que a lo mejor no son caras tan conocidas, pero son asiduos del cine, de las series, sobre todo en Catalunya.

Sus inicios ante las cámaras fueron haciendo publicidad.

—Sí, muy de niño. Estaba en Barcelona y empecé a hacer publicidad, pero no hice mucho. Luego empecé con la televisión y el cine. Y es verdad que cambia, al grabar publicidad todo es más claro que en el cine, donde entra más la improvisación y crear un personaje. Pero en este anuncio hay algo muy atractivo, el publicista, el director, crearon un texto que me atrajo y hay bastante interpretación.

¿Cómo vive este momento, tras ganar su primer Goya?

—Es de agradecer, un regalo, que los académicos, en este año tan peculiar, tanto en la cultura como en la sociedad, me hayan querido dar este premio. Estoy feliz, pero es verdad que los premios son algo secundario. Tampoco cambia mucho, el camino sigue siendo el mismo, seguir trabajando, pensar en lo siguiente que me apetece hacer.

¿Es quizá su mejor etapa?

—Siempre he tenido momentos maravillosos. Si echo la vista atrás, he sido un afortunado desde que empecé con Antonio Banderas. Que, con 19 años, me dijeran que iba a hacer «El camino de los ingleses», fue lo más especial del mundo. Que sea el mejor momento no tiene que ver con que te den un premio. Cada momento es el más especial e intento dejarme la vida y disfrutarlo al máximo.

Coincide con un mal año...

—Ha sido un año difícil, como para todos y en todos los ámbitos. Estaba grabando «El inocente» en Barcelona y nos mandaron a casa. Fue muy extraño, de repente había miedo, no se sabía qué podía pasar, ni cuando podríamos volver. Y cuando volvimos, el mundo había cambiado, el equipo iba con todas las medidas de seguridad, mascarillas. Parecía una película de ciencia-ficción. Pero es cierto que, sacando lo bueno, en la cultura, en el cine, se ha podido trabajar.

¿Cómo ha sido el proyecto de «El inocente»?

—Confiaba mucho en Oriol Paulo. En una comida, en Barcelona, me ofreció el proyecto y me habló de la novela de Harlan Coben y, siendo difícil, me contó cada capítulo. Hay directores o actores con los que quieres seguir trabajando, y Oriol es uno de ellos. Es uno de los directores con mayor talento de nuestro país. Cuando vi el toque que le quería dar, ese thriller que engancha tanto, vi que quería hacerlo.

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¿Dónde está más cómodo, haciendo películas de acción, históricas, más biográficas como el «Fotógrafo de Mauthausen»?

—No hay una fórmula, ni pienso en ‘quiero hacer esto'. Te llegan los guiones y te sorprenden, sea una comedia, un drama, un thriller, una película de terror. Cada historia es diferente, y si el guión te transmite y hay un buen director detrás, me siento igual.

¿Cuál ha resultado más fácil?

—No hay personaje fácil. De repente puedo hacer una comedia con Álex de la Iglesia o un thriller con Oriol, y todos son complicados. Quizá hay historias que te atrapan mucho más y son más intensas, como el «Fotógrafo de Mauthausen» que decías, que también implica algo físico, adelgazar, que te lleva a los extremos, también en lo emocional.

¿El teatro ha llamado a su puerta?

—Me atrae mucho y es algo que sé que tengo pendiente, pero no se ha dado. No me ha llegado nada estos años que me haya atrapado del todo, pero si un día acabo haciendo teatro, espero que sea de una manera muy cercana, de la mano de un director que confíe mucho en los actores. Tengo muchísimo respeto al teatro, y miedo a la vez. Puede tener que ver con el miedo escénico. Me acordaré siempre que cuando era pequeño hacía teatro en mi pueblo y salí y tenía que recitar unos poemas, y me equivoqué. Quienes estaban viendo la obra eran padres, y aplaudieron, pero creo que me creó un miedo y, sobre todo, mucho respeto.

¿Impone el hecho de tener que memorizarlo todo, sin opción a repetir tomas?

—No, porque tienes la capacidad de ensayar mucho. Para los ensayos en teatro tienes meses, y todo está muy trabajado y estudiado. Imagino que aunque no haya un ‘corten', también existe la manera de solucionarlo, ahí entra la improvisación. Aún no se ha dado, pero puede que un día llegue un guión y una obra que sí me atrape.

¿Cómo valora estos quince años en las pantallas?

—Para mí, hacer mi primera película con Antonio Banderas fue como un talismán. Acababa de llegar a Madrid y a lo largo de los años he seguido manteniendo una relación con él. Y a partir de ahí es cierto que he seguido trabajando en lo que me gusta, hasta el día de hoy. Me siento muy afortunado, con mucha suerte e intentando trabajar al máximo para no defraudar a los directores, productores, equipo, público. Y crecer, porque creo que lo más importante es seguir aprendiendo y luchar por lo que amo y me gusta, que es la interpretación.

¿Gerard Oms es otro talismán?

—¡Sí, sí! Conocerlo ha sido muy especial. La figura del coach en España está menos vista, pero hay muchos actores de fuera, en otros países, que siempre tienen la figura de un acting coach, que es súper importante. Puedes estar en un rodaje, sumergido ahí, pero es verdad que el director tiene que acaparar muchas cosas, no solo puede estar con los actores, con la fotografía, con el arte. Y tener una persona en el rodaje que te mantenga vivo, con el ralentí encendido para que estés metido durante las doce o catorce horas que dure la jornada, para mí ha sido muy positivo. Además, sigo trabajando con él día a día, en la interpretación, para intentar mejorar cuando no trabajo. Ver cine, crear escenas. Gracias a él hago una formación constante que ha sido muy gratificante para mí.

¿Qué proyectos veremos próximamente en pantalla?

—Ahora estoy con «El inocente» y hay algunos proyectos que espero que vengan pronto. Hay algunos guiones que están en proceso y son muy interesantes. Para después del verano estaré con un proyecto muy especial, algo distinto, que no he hecho nunca y que seguro va a ser un reto.

Díganos de qué se trata.

—(Ríe) No, no puedo, no me dejan. Sí decir que es un proyecto muy especial y que no he hecho nunca.