Convención de coleccionistas de pokémons

Álex Alemany ejerció de maestro de ceremonias. A su alrededor, unos ochenta chavales, algunos con edades a las que no todos los padres permiten a sus hijos disponer de teléfono móvil. Otros seguían los acontecimientos desde algo de distancia, en un discreto segundo plano, pero claramente implicados en el mundo Pokémon Go. Entre ellos, varios mayores de edad. Pocos, pero los había.

En primer lugar, Alemany explicó a los asistentes el origen del juego Pokémon Go, a mediados de los años noventa, como videojuego convencional, que acabó atrapando a una o varias generaciones, también, a través de la televisión. Comprobó como entre la concurrencia predominaban los integrantes del equipo azul (hay tres equipos) y formuló preguntas para iniciados, que los asistentes iban respondiendo.

Acto seguido, se procedió a los juegos, a la competición, empezando por una pugna en el gimnasio que se encuentra en la propia Plaça Esplanada, una zona de Maó en la que conviven además muchas pokeparadas y suelen aparecer con frecuencia estos monstruos de bolsillos, dispuestos a ser coleccionados. Los participantes se dispersaron por la plaza y dieron rienda suelta a su habilidad. El sorteo de regalos fue la guinda de una jornada de verano diferente.