Un rastro perceptible desde una distancia corta en el lugar del siniestro muestra el itinerario que condujo a la tragedia, el fallecimiento de seis personas en un accidente de tráfico, entre ellas cuatro menores de edad, el pasado sábado en Maó. Es el más grave de cuantos se recuerdan en la Isla.
Estamos en la Me-14, la carretera directa que conduce al Aeropuerto de Menorca desde la ‘general’, una ruta limpia, en la que apenas hay incidencias. El sábado, en torno a las 19 horas, cuando ocurrió la catástrofe, no llovía. El firme se hallaba en buen estado, nada, aparentemente, mermaba la visibilidad del conductor, de 52 años, a quien acompañaba su hija, de 16 años como copiloto, y en el asiento de atrás, su pareja, una mujer de 46, y los tres descendientes de ella, también menores de edad, dos mellizos de 9 años y una niña de 11.
Regresaban de pasar una tarde agradable en Ciutadella. Al tomar la Me-14, desde la ‘general’, el Kia Ceed que conducía el hombre, probablemente, aceleró para encarar la subida existente en el inicio de ese tramo tras el cruce con la principal vía de la Isla. Fue entonces, al llegar a la rotonda que permite acceder a la cuarta fase del Polígono Industrial de Maó, cuando se inició el camino que ya no tendría retorno.
El vehículo, fuera de control
Según los indicios que maneja el Servicio de Investigación de Siniestros Viales de la Guardia Civil, el vehículo llegaba a la glorieta a una velocidad alta, excesiva. Fuera de control, en lugar de rodearla siguiendo la ruta natural de la carretera, el coche la abordó. No hay ninguna marca de frenada, pero la acera que la delimita de la gravilla interior sí tenía este lunes impregnadas aún las huellas de las ruedas que dejó el coche cuando penetró en ella.
El automóvil hizo un recto severo dentro de la rotonda hasta el punto que no chocó con ninguno de los cinco grandes pedruscos ornamentales distribuidos en su hemisferio derecho. La atravesó en perpendicular y salió de ella aún a gran velocidad.
Las marcas de los neumáticos y del cubrecarter del motor son la prueba de los 8 o 9 metros que recorrió desde la salida de la rotonda para cruzar la carretera y estamparse en un choque frontal excéntrico, ligeramente inclinado hacia el lado derecho, contra el muro de piedra rocosa, de unos 4 metros de altura, donde los seis ocupantes encontraron la muerte.
Los airbags delanteros se activaron, pero los pasajeros que iban detrás, al no estar provistos del sistema de sujeción, salieron disparados hacia adelante.
Fallecidos en el acto
Policía Local de Maó y bomberos fueron los primeros en llegar al lugar del accidente. Técnicos sanitarios y uno de los bomberos trataron de reanimar a dos de los menores, pero todos habían fallecido en el acto.
Fueron necesarias casi tres horas de trabajo, con mucho esmero, para ir cortando fragmentos internos y de chapa hasta arrancar el techo y poder liberar uno a uno a los ocupantes. El último apareció debajo del vehículo, por lo que en un principio se creyó que habían sido cinco las víctimas.
Ocho guardias civiles de Tráfico, el personal de cuatro ambulancias, dos de ellas de soporte vital avanzado, policías locales y tres psicólogos estuvieron en una noche que nunca podrán olvidar y nunca querrían haber vivido.
El apunte
Un problema de salud, la causa que explicaría el accidente
El conductor padecía problemas coronarios, de hecho llevaba un desfibrilador automático en su organismo para un mayor control. Una indisposición repentina a consecuencia de este problema de salud explicaría la pérdida de control del vehículo, su aumento de velocidad y que pasara por encima de la rotonda hasta estrellarse contra el muro. La autopsia deberá confirmarlo.