Los diez acusados declararon durante la vista. | Miguel Juan Urbano

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Ocho de los diez acusados de tráfico de drogas en Menorca, entre agosto de 2022 y marzo de 2023, admitieron su actividad ilícita en el macrojuicio celebrado este lunes en la sala 4 de los Juzgados de Maó. Los ocho verán reducidas sus condenas, según las sustancias que les fueron intervenidas en los siete registros de la Policía Nacional y la Guardia Civil, cinco en Maó, uno en Es Castell y otro en Ferreries, en el marco de la Operación Grillo. Los dos que se declararon inocentes se enfrentan a 6 y 8 años de cárcel, respectivamente, puesto que el MinisterioPúblico no varió su petición tras oír su testimonio y el del resto de testigos.

El juicio a los componentes de esta organización criminal quedó visto para sentencia a media tarde, tras haberse iniciado a las 9.30 de la mañana. La fiscal, Reyes Miñambres, modificó sus conclusiones finales en relación al acuerdo alcanzado con los abogados de los ocho ‘narcos’ que sí admitieron sus delitos. Les pedían 5 años de cárcel a cada uno que se reducirán a 2 y a 3, según la cantidad de droga escasa que les fueron intervenidas en la macrorredada del 24 de marzo de 2023.

El grupo se dividía entre siete suministradores, que eran los que traían la droga de Sevilla y Palma, ejerciendo como «mulas» en algunos casos, y los tres que eran los vendedores. En el transcurso de la investigación, que culminó con el hallazgo de 929 gramos de heroína y 32.000 euros, como incautaciones más destacadas, hubo un cambio de suministradores entre miembros de dos familias, puesto que entre los acusados hay dos hermanos por un lado y tres por otro.

Dos inculpados no aceptan pactar la condena

Fueron los letrados de los dos inculpados que no aceptaron pactar la condena los que tuvieron el protagonismo del macrojuicio, Carlos Salgado y Carlos Maceda, ya que el resto solo intervino para responder cuestiones formales. Ambos pidieron la libre absolución de sus clientes.

En el caso del primero trató de demostrar que la ingente cantidad de droga con la que fue detenido en el Aeropuerto, a su llegada de Sevilla, era para consumo propio. M.M.C., como casi todos los acusados en el juicio, es toxicómano desde los 14 años. Aseguró que los 35 gramos de heroína y los 18 de cocaína que traía en el interior de su organismo eran para él dada su fuerte adicción, y que los había comprado en Sevilla porque allí están un 10 por ciento más baratos que en Menorca, y además allí le ayudaba su familia y realizaba trabajos esporádicos. Con esa droga tenía para consumir entre dos y tres meses. Una vez en el Hospital Mateu Orfila trató de huir antes de que le descubrieran la droga, debido al nerviosismo. «No se sabe lo que es una adicción como esta hasta que uno cae en ella», dijo en el último turno de palabra.

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En cuanto a J.P.M., dijo desconocer que sus dos hermanos traficaban y que tenían una caja fuerte con droga en la casa materna. «La primera vez que la vi fue cuando la sacó la Policía», aseguró. Él visitaba esa casa, donde reside uno de sus hermanos, para ver a sus sobrinos casi a diario. Defendió que tenía un trabajo estable y dijo que no es consumidor habitual.

Sus dos hermanos, que sí aceptaron los cargos, le exculparon en sus declaraciones diciendo que la caja fuerte, donde tenían los 805 gramos de heroína, era de ellos dos, igual que los 23.000 euros. «A mi otro hermano se lo escondíamos», entre otras razones por miedo a que su pareja no tuviera alguna indiscreción, dijo uno.

D.P.M. declaró que consumía heroína desde que ingresó en la Legión siendo muy joven y que nunca ha logrado desengancharse. Consume y trafica, dijo, para sacar adelante a su familia, «yo no tengo ningún lujo», indicó.     

Juicio visto para sentencia

El tribunal, presidido por el magistrado presidente de la sección primera de la Audiencia, Jaime Tartalo, dejó el juicio visto para sentencia tras las conclusiones finales en las que también intervinieron el resto de abogados para sumarse a la misma petición de condena que la fiscal, salvo en el caso de José de Juan López, que pidió que se valorase la absolución de su defendido, con una condena pactada de dos años.

La vista había quedado señalada para desarrollarse en seis sesiones que finalmente se redujeron a una debido al acuerdo con la mayoría de los acusados.