Más allá de los meses de verano, la pérdida de clientes entre la población local complica la cuenta de resultados de los locales. | Katerina Pu

TW
11

El puerto de Maó, una joya histórica y cultural, la segunda mayor rada natural del Mediterráneo, uno de los grandes epicentros turísticos de la isla de moda, que cada año ve crecer el número de visitantes, está dejando de resultar atractivo para los emprendedores del sector de la restauración, atrapados en esa aparente contradicción. Los altos costes de mantener un local abierto, la enorme estacionalidad de la actividad turística y el descenso de afluencia de los clientes residentes están abocando al cierre a restaurantes, generando un constante trajín infructuoso de traspasos, iniciativas que naufragan y negocios en otro tiempo emblemáticos que no encuentran relevo.

«Llevo 17 años viviendo en la Isla y antes llevaba una década haciendo temporada y puedo afirmar que el puerto de Maó está en declive». Lo explica Lucas Santos, empresario madrileño que ofrece en estas páginas el último ejemplo del problema. Anuncia con tristeza y resignación que cuando termine esta temporada cerrará para siempre las puertas de Mestre d’Aixa, restaurante que ha regentado desde hace diez años en el Moll de Llevant. No le salen las cuentas.

Apunta a varios factores. «Aquí solo llenas del 15 de julio al 28 de agosto, digan lo que digan la estacionalidad es brutal». Relata cómo residentes que son clientes habituales han dejado de bajar a los muelles. Ha caído su poder adquisitivo, pero hay otro impedimento, la falta de posibilidades de aparcar: «Hemos notado una decadencia creciente desde que se dejó un solo sentido a la circulación y se eliminaron aparcamientos», algo que frena la llegada de comensales, sobre todo personas mayores, fuera de temporada, denuncia.

Noticias relacionadas

Los altos costes –laborales, fiscales, de los alquileres– asegura que han reducido los márgenes del negocio a límites inasumibles. Su caso no es el único. Él mismo señala a otros locales que cerraron y no han vuelto a abrir, que se traspasan, cuyos propietarios no encuentran empresarios dispuestos a aventurarse con un nuevo negocio en el puerto. A pocos metros se levanta un enorme local sin actividad, el que fuera el Way, reabierto como Mestizo, una cadena de éxito en otros lugares del mundo que no ha logrado echar raíces en el puerto.

En los mismos muelles hay hasta media docena de locales de restauración –también bares de copas– que se venden, se alquilan o se traspasan con anuncios que llevan tiempo en diversos portales inmobiliarios. Algunos de ellos son establecimientos emblemáticos como La Minerva, que otrora fue un negocio de éxito y que todavía no ha encontrado a nadie que se anime a afrontar el reto de reflotarlo. También están a disposición de potenciales interesados establecimientos como el de comida india Rainbow, S’Arpó, o la pizzería A Casa Mia.

Todos ellos se anuncian en los portales llamando la atención sobre su «inigualable ubicación», sus «incomparables vistas» o su cercanía a las aguas del puerto. Los precios del alquiler son variados, se pueden mover entre los 2.500 euros al mes de los locales más pequeños a los 13.000 euros de los más grandes. En el tema de los alquileres encontramos puntos de vista enfrentados. Los hay, como Santos, que considera que se están pidiendo precios de otros lugares como Mallorca o Eivissa cuando la rentabilidad no es la misma en esas islas. Otros, como José Pons, CEO de la inmobiliaria Bonnin Sanso, considera que no se puede atribuir al precio de los alquileres los problemas de supervivencia de los restaurantes.

Los problemas en el sector no son exclusivos del puerto de Maó –aunque quizá se hagan allí más llamativos–, vienen denunciándolos de un tiempo a esta parte las asociaciones que agrupan al sector. Cada vez es más difícil mantener locales abiertos en invierno y los costes de personal, también las dificultades para encontrarlo cuando más se necesita, hacen cada vez más complicada la aventura de la restauración.

El apunte

Restaurante Mestizo, la última gran apuesta gastronómica que naufraga en la zona

Sirva de ejemplo de las dificultades que atraviesa el sector de la restauración en el puerto el caso del antiguo Way, que tras cerrar sus puertas intentó reflotar la cadena de restaurantes Mestizo, una propuesta exitosa en muchos lugares del mundo que ha naufragado en Maó. El local vuelve a estar en alquiler por 13.000 € al mes y a la venta por 3,9 millones.