Dentro del bar. Hay permisividad en todos los recintos deportivos, por regla general.En Es Mercadal el bar está separado del campo y tiene una entrada exterior, lo que facilita que el partido pueda seguirse, sin sonido ambiente, pero con la cerveza a mano .  | Gemma Andreu

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La pareja de guardias civiles que el domingo, 9 de febrero, acudió al campo de Los Nogales, de Es Migjorn, tuvo que advertir al club local que levantaría acta de sanción si se continuaban vendiendo bebidas alcohólicas al público que llenaba el recinto. La directiva anunció entonces por megafonía que no se podía seguir consumiendo alcohol en el campo, lo que molestó a algunos seguidores de ambas entidades.

Ocurrió    en el derbi de Tercera División ante el CEMercadal, una situación idéntica a la que se había dado en Las Arenas de Fornells en el partido de la primera vuelta, en el que incluso varios aficionados tuvieron que devolver el vaso de cerveza y se les reintegró el dinero tras la advertencia de los agentes.

La categoría nacional en la que militan ambos clubes es la única en Menorca en la que sí existe un control sutil sobre la Ley 10/1990 del Deporte, y en el artículo 119 de la Ley Balear del Deporte que prohíbe introducir y consumir alcohol en las instalaciones de eventos deportivos, a riesgo de multas que podrían ir de 6.000 a 60.000 euros.En 2007 todas las disposiciones en materia disciplinaria y violencia deportiva se incluyeron en  la ley 16/2007 contra la violencia, racismo, xenofobia e intolerancia en el deporte. En su artículo 4 refleja la prohibición de la introducción, venta y consumo de alcohol en instalaciones deportivas.

Ninguna entidad cumple

En la realidad, no obstante, la normativa no la cumple ninguna entidad deportiva ni aquí ni en toda la geografía nacional en recintos que dispongan de un kiosco o bar, que en la mayoría de casos son municipales. Contrasta esta laxitud con las campañas de prevención contra la violencia y las que destacan los indiscutibles valores educativos del deporte alejado del tabaco o los estupefacientes.

La explicación radicaría en la modestia de los clubes y su necesidad de ingresos para mantener su labor social. A nivel insular o lejos del deporte profesional en ciudades más pobladas, la recaudación de sus bares se antoja fundamental para su supervivencia. Es por esto que desde los ayuntamientos hasta el Govern, responsable del régimen disciplinario, aunque necesitaría un cuerpo de inspectores para    controlarlo, se consiente el consumo o se mira hacia otro lado, por más que la Federación Balear de Fútbol recuerde cada año en una circular la prohibición. Solo consta en los últimos ejercicios una sanción al Marratxí por este motivo tras haber sido denunciado por un particular.

En el Migjorn-Mercadal de hace una semana la Guardia Civil vigiló que no se vendiera alcohol.    Foto: KATERINA PU

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Seguridad a demanda

Guardia Civil y Policía Nacional acuden a demanda en partidos de Tercera División de fútbol o cuando las federaciones requieren, al menos, que estos agentes o la Policía Local hagan acto de presencia puntualmente en encuentros de cualquier deporte que se presumen «calientes», según comenta un alto cargo federativo insular.

Padres, aficionados e incluso deportistas con el vaso de cerveza en la mano o el chupito de licor en las frías tardes de invierno forman parte aún de la liturgia de los campos de fútbol, por poner un ejemplo. En los años 80 sí era más común ver a aficionados, vaso en mano, embriagados a pie de campo en los derbis insulares increpando a rivales o árbitro en situaciones que podían generar violencia.

Hoy en día en algunos de estos recintos, incluso, hay carteles que subrayan la prohibición del alcohol pero en la práctica existe un consentimiento tácito que orilla la normativa. Ni siquiera se limita en las categorías nacionales de voleibol y baloncesto, con representación en la Isla, aunque el consumo se efectúe junto a la barra de los bares, preferentemente, y no en las gradas.

No existen graves precedentes recientes de altercados en los recintos deportivos insulares derivados del consumo de alcohol, aunque hayan podido tener cierta influencia. «Si hay alguna reyerta, o es porque los jugadores se calientan o porque los padres se creen que tienen a un ‘messi’, pero no porque se emborrachen en el campo», indica un federativo, sabedor de que nadie limita la venta de alcohol y descartando que fuera la causa de la última trifulca ocurrida en Es Castell en un partido de categorías inferiores el mes pasado.

«A veces llegan ya algo alterados pero es porque han bebido fuera y si hay algún caso muy ostensible el portero le impide la entrada», explican los dos presidentes de los clubes de Tercera, Toni Ramón y Andreu Pons, de Mercadal y Migjorn, respectivamente. «Nosotros vendemos alcohol pero el consumo se hace en el bar que está cerrado en su acceso al campo, la gente sabe que no puede salir con la bebida», ya que el partido puede seguirse desde la terraza acristalada,    apunta el responsable del Mercadal, mientras que el del Migjorn, asegura que durante el partido «no se vende alcohol» hasta que el árbitro pita el final, «aunque haya aficionados que salgan del campo para beber fuera».

El capitán de la Guardia Civil, José Francisco Torres, explica que los agentes acuden a los partidos a los que son requeridos por los ayuntamientos, «vamos y hacemos cumplir la ley, simplemente, y no existen problemas, los clubes la conocen».

El apunte

Los derbis de este año entre Migjorn y Mercadal, los más controlados

No son los derbis de antaño, ni tampoco el fútbol insular seduce igual que antes a las aficiones debido a la ampliación de la oferta, pero siempre que hay un partido de rivalidad en categoría nacional se da la mayor afluenica de espectadores, como el pasado domingo en Es Migjorn. Es en estos partidos donde realmente se controla que no se venda alcohol en los bares de los campos donde se juegan, como sucedió en Los Nogales. Allí la  Guardia Civil lo prohibió.