En el lloc de Rafal Vell-Binisuri, en el término municipal de Ciutadella, impulsan la recuperación del cerdo negro de Menorca y su reconocimiento como raza autóctona de la Isla. Es así que los últimos tres años se han estado desarrollando estudios genéticos y morfológicos para caracterizar la especie local. Eso es, con el fin de diferenciarlo de otros como el cerdo negro de Mallorca, garantizando la preservación de un animal «único», también en términos gastronómicos, nutricionales y económicos, lo que contribuiría a la diversificación del sector agrario y ganadero.
Según el estudio, hasta mediados del siglo pasado, el cerdo negro de Menorca «era el único que campaba en libertad playas y marines», aunque era habitual que las fincas permitieran el pasto en sus encinares a razas foráneas. Fue así que, en los años 60, se popularizó el cerdo fajado, se importó masivamente y, junto a la apuesta del sector agrario por el ‘monocultivo’ de la vaca y la producción lechera, desplazó hasta casi su total desaparición al cerdo negro. Es en este punto cuando se inicia una labor de localización de ejemplares, para intentar crear un rebaño lo más extenso posible, para estudiar la raza y preservarla.
Genetistas
El impulsor del estudio es Xavier Surinyach y ha contado con la implicación de Jaume Bertranpetit, catedrático emérito de Biología de la Universitat Pompeu Fabra. Han colaborado otros científicos y propietarios y payeses de varias fincas, Son Gall, Torralbet o Son Roseta, para localizar ejemplares. El estudio empezó con seis verracos y catorce cerdas, que se fueron cruzando hasta lograr una cabaña extensa de una sesentena de cerdos, teniendo siempre en cuenta la consanguinidad.
Al laboratorio llegaron muestras de 48 individuos, para obtener sus perfiles genéticos y contrastarlos con otras razas de cerdo negro, como el de Mallorca, el ibérico o los de Cerdeña o Sicilia, de las que queda confirmado que son distintas. «Tenemos el árbol genealógico de todo el rebaño, con cada animal documentado con su estudio genético», señala Surinyach, quien defiende la particularidad de esta raza. «Representa un patrimonio vivo de la historia y la cultura de la Isla», de ahí que considere «imprescindible que se reconozca como raza autóctona única y protegida» para mantenerla.
El estudio propone estrategias para la conservación de la raza, desde programas de cría para mantener la diversidad genética y preservar las características morfológicas, a la creación de bancos de genes, la promoción de productos derivados y el fomento de políticas de apoyo para fomentar las prácticas agrarias tradicionales y sostenibles, compatibles con la cría extensiva del cerdo negro.
Riesgos
Asimismo, el cochino insular se enfrenta a un futuro con riesgos, desde un punto de vista genético, ambiental y económico. La principal amenaza es la reducción de la variabilidad genética por su escasa población, ya que el uso de pocos reproductores puede acarrear problemas de consanguinidad, dando pie a «enfermedades y presiones externas».
La competencia de otras razas más comerciales, seleccionadas precisamente por su «rápida capacidad de crecimiento y producción de carne», dificultan la apuesta por el cerdo menorquín. El cambio climático y las alteraciones que se producen en el hábitat también es una amenaza, pues puede reducir los recursos naturales, como la bellota u otros vegetales que forman parte de la dieta del animal. Por último, los cambios en los modelos de producción y la pérdida del valor cultural asociado a la cría de esta raza, son igualmente riesgos a prevenir.
El apunte
Más esbelto y con un pelaje más denso y negro que el cerdo negro de Mallorca
4 comentarios
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Better save the farms and fishing first ...
Y para cuando un proyecto para extinguir a l@s cerd@s que dejan la mierda de sus perros encima las aceras.
PiliNo se jo si als porcs els hi farà gaire ilusió sentir-se producte gourmet ...
Las "titulitis", declaraciones y demás ¡por fin para nuestros cerdos! .