«¿Estamos en una nueva guerra mundial?». Esa es la pregunta que se lanzaba el Ateneu de Maó para presentar una mesa redonda coorganizada junto a la plataforma Menorca per la PAU el pasado jueves 19 con tres invitados de lujo: Luis Alejandre Sintes, general del ejército y presidente de la fundación Illa del Rei; Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé, exministro de asuntos exteriores y alto representante de la ONU por la alianza de civilizaciones; y Martí Olivella i Solé, activista por la paz e impulsor de la campaña aturemlesguerres.cat.
Los tres se pusieron de acuerdo en la respuesta necesaria para ahuyentar los fantasmas de una posible III Guerra Mundial, como vienen sugiriendo algunos políticos y expertos en la materia durante los últimos tiempos: desescalada y diplomacia.
El papel de la ONU
Para tratar de esclarecer el embrollo que provoca las tensiones que mantienen los bloques de las principales potencias, la Organización de las Naciones Unidades se presume clave. En este sentido, los tres tertulianos adoptaron una postura crítica ante la inacción de la organización.
Así se arrancó el general Luis Alejandre, muy crítico con la actual situación en el Líbano que enfrenta a Israel con el grupo armado Hezbollá. «Los contingentes de Naciones Unidas no reciben órdenes claras de Nueva York. Es muy difícil hoy en día servir a la ONU cuando no hay una definición política clara del consejo de seguridad. Estamos de acuerdo en que Naciones Unidas tiene que recuperar cierto pulso y cierta forma de poder imponer la paz, que está en la Carta. Si tiene 10.000 hombres de FINUL en el sur de Líbano que lo único que hacen es correr hacia los búnkers para protegerse, no sé para qué están», describía con convicción el también presidente de la Fundación Illa del Rei.
«Si en las operaciones de un ejército se pierde la ética, se satura la información y se quitan las responsabilidades, entramos en una selva», afirmaba, haciendo alusión en la respuesta de Israel en Gaza tras los ataques de Hamás del 7 de octubre. «Brutalizamos la guerra de tal forma que eso es lo que tenemos que evitar», añadía.
Por su parte, Moratinos abogaba por «democratizar» la ONU, organización que representa, «dando más poderes a la asamblea general porque el Consejo de Seguridad es viejo, del siglo pasado». «Está controlado por los cinco poderes que ganaron la II Guerra Mundial y que, por lo tanto, siguen decidiendo cuándo y cómo dan o no el veto por sus intereses», recordaba.
«Naciones Unidas tendría que ser el árbitro esencial para poner paz. Todo el mundo intenta hacer la paz. El señor Trump va a intentarlo», expresaba haciendo alusión a las distintas maneras de conseguir un mismo objetivo. «La diplomacia se ha inventado para hablar a los enemigos, no a los amigos. Se ha inventado para negociar pacíficamente y a través del diálogo. Ahora no se dan la mano. Habla el embajador ruso y se van los occidentales. Hay que tener la capacidad política para lograr un acuerdo a través de medios pacíficos y de la convicción de tus argumentos», argumentaba.
En lo que respecta al activista Martí Olivella, este recordaba que el 50% del gasto militar en el mundo «está controlado por los 31 países de la OTAN». «Si hablamos del peligro de una nueva guerra, tenemos que aprender a desescalar. La tendencia bélica se empezó a dar hace 20 años.
El delirio de grandeza puede provocar por accidente o inconsciencia cosas muy graves que después será difícil remediar», sostenía aludiendo a la hegemonía militar como la única que mantiene Occidente al ser el vendedor de armas por excelencia.
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Cambio climático, falta de comidita, escasez de agua, migraciones masivas. La tercera guerra mundial es predecible.