Ayuda. Una anciana se incorpora apoyada en un caminador y en los brazos de su cuidadora. No solo la edad sino también enfermedades y accidentes pueden hacer necesaria este tipo de asistencia a domicilio. | Josep Bagur Gomila

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Los servicios de ayuda y cuidados a domicilio afrontan una crisis de personal cualificado que afecta a todos los ayuntamientos de la isla: las bolsas que se abren para captar profesionales están vacías o a punto de agotarse en el mejor de los casos, y en otras ocasiones, ni siquiera se presentan candidatos. Los alcaldes acordaron ayer, en la comisión celebrada en el Ayuntamiento de Es Castell, la necesidad de avanzar en la creación de una bolsa única y mancomunar el servicio, una idea que el Consell ve con buenos ojos. En una próxima reunión quieren contar con la presencia de la consellera de Bienestar Social, Carmen Reynés, para tener una visión global de la situación.

Hoy por hoy, Ferreries es el único municipio que ha conseguido una nutrida presencia de candidatos, ocho, en una nueva bolsa abierta, y se dispone a cubrir, a partir del lunes, las dos bajas que tenía en su equipo de trabajadoras familiares. Volverán a ser siete, y hay prevista una nueva contratación en 2025.

Los consistorios cierran el año con las plantillas de los servicios de ayuda a domicilio muy ajustadas o, en algunos casos, como el expuesto por Sant Lluís, en situación comprometida, por la escasez de mano de obra preparada para atender una demanda desbocada: solo Maó ya prevé, en la nueva revisión del convenio con el Govern para la atención a la dependencia, solicitar que suban las horas a más de 20.000 para dar respuesta a las necesidades.

En Ciutadella queda una profesional en la bolsa. «Suele estar agotada», reconoce la concejal de Atención Social, Núria Pons; en Es Castell, que tiene siete empleadas para 40 usuarios, la bolsa de trabajo se agotó hace 15 días, cuando empezó a trabajar la única persona que quedaba en la lista. «Genera impotencia poner en marcha un procedimiento para abrir una bolsa y que quede desierta, que haya pocos aspirantes o que, cuando surge la necesidad, estén colocados», apunta el alcalde de Es Castell, Lluís Camps.

En Es Migjorn, su alcaldesa Antònia Camps reconoce que en verano han tenido problemas para cubrir bajas y sustituciones. Ahora son tres trabajadoras y prevén una más en 2025. «Abrías una bolsa y no interesaba, ahora acudimos al SOIB», apunta.

También recurrió al servicio de empleo Sant Lluís, hasta en seis ocasiones, explicó su concejal de Servicios Sociales, Eloy Pons, pero no logró candidatos. Alaior tiene una plantilla de seis empleadas para 44 usuarios, y Es Mercadal dispone de dos personas a jornada completa y una contratada solo para refuerzos. «Hemos abierto una bolsa este año pero solo se apuntaron dos», explica el alcalde, Joan Palliser.

Precisamente fue Palliser quien puso sobre la mesa de la comisión el tema de los convenios de servicio de ayuda a domicilio, cuya financiación se negocia con el Govern. Es Mercadal lo firmará por primera vez este año. Sin embargo, además de las condiciones del convenio, del número de horas y del pago de las mismas, surge el problema de tener las trabajadoras para cubrirlas. «Si el Govern le otorga a una persona el derecho a 100 horas de ayuda y el Ayuntamiento las tiene conveniadas, hay que tener el personal para darlas», explica el concejal de Atención a las Personas de Maó, Enric Mas. El Ayuntamiento de Maó tiene seis empleadas propias para la ayuda domiciliaria, y además contrató mediante licitación pública a la empresa especializada Serveis Socials Balears.

El incremento de la demanda de horas y de personal para la ayuda a domicilio es un reflejo de la crisis actual de los cuidados y de una profunda transformación social, ya que años atrás esta asistencia recaía exclusivamente en la familia y las mujeres. Todavía son ellas, en una enorme mayoría, las que prestan estos servicios. Una crisis que se añade al envejecimiento de la población, ya que los ancianos son uno de los colectivos que más requieren la atención domiciliaria.