El abandono de las zonas forestales y la sequía, factores que aumentan el riesgo de incendio.  | Gemma Andreu

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El estudio «Dinámicas en las transformaciones del uso del suelo en Balears» (original en inglés), elaborado por la Càtedra de la Insularitat de la UIB y presentado en junio, determina que, en el período 1990-2018, Menorca perdió 61,7 kilómetros cuadrados de suelo agrario, superficie que se convirtió sobre todo en suelo forestal, con 38,6 kilómetros cuadrados más, y en menor medida en uso urbano, con 21,5 kilómetros cuadrados más.

Así se deduce que, en Menorca, el uso urbano ha asumido el 34,8 por ciento de la pérdida de suelo agrario a lo largo de casi tres décadas, mientras que el suelo forestal lo ha hecho en el 62,3 por ciento. La diferencia entre uno y otro es que la ocupación urbana de territorio que anteriormente era agrario es intencionada, mientras que la expansión forestal es consecuencia del abandono de las actividades del sector primario.   

En Menorca, el suelo agrario dejó de ser el predominante en el transcurso de este periodo. En 1990 ocupaba una superficie de 367 kilómetros cuadrados, por encima de los 300 kilómetros cuadrados de territorio forestal, lo que en 2018 se ha acabado transformando en 339 kilómetros cuadrados de suelo forestal y 305 dedicado a la actividad agrícola.Los usos artificiales (urbano e industrial) pasan en estos 28 años de 21 a 42,5 kilómetros cuadrados. Los mapas del estudio muestran como la nueva zona forestal se extiende por toda la Isla, aunque es más extensa en la parte sur o sureste. El proceso inverso, de forestal a agrícola, se localiza en el noroeste.

El estudio también establece comparaciones con otras islas. Balears es la región insular que registra una mayor disminución del peso de la superficie agraria sobre el total, con 7,26 puntos menos. En el caso de Menorca, son 8,9 puntos menos. En este ámbito, ninguna isla europea nos supera. Solo se acerca Madeira, con una pérdida del 5,46 por ciento.

En el mismo sentido, Balears presenta el mayor crecimiento de la superficie forestal y seminatural, con un 4,79 por ciento en este índice (5,56 en Menorca, todavía más alto), muy superior al mismo dato de cualquier isla europea, lo que da una idea del abandono de la actividad agraria que ha sufrido nuestra comunidad. Finalmente, el crecimiento de la superficie urbana sobre el total de Balears fue de 2,43 puntos y en Menorca de 3,1. No es el mayor crecimiento, pero solo está por detrás de Madeira, con el 5,02 por ciento.

Joana Maria Seguí y Maurici Ruiz, catedráticos de Geografía en la UIB y codirectores de la Càtedra de la Insularitat, ya explicaron el pasado junio que Balears es el territorio insular que más suelo agrario pierde. Lo hicieron en el seminario internacional «Reptes i oportunitats en els canvis d’ús del sòl per a les illes europees». Seguí explicó que «los cambios de los usos del suelo visualizan las transformaciones económicas y sociales de sus territorios». Por su parte, Ruiz destacó que «en Balears, como en las islas giegas o croatas, el turismo está desplazando al sector primario y su tejido productivo, además de afectar al paisaje. A su vez, el abandono de la actividad agraria lleva a un incremento sin control de las masas forestales y ello implica más riesgo de incendios».

Vulnerables

Seguí y Ruiz apuntaron que «una pérdida agraria en Sicilia o Cerdeña, que son islas grandes, puede ser relativamente importante, pero en islas más pequeñas, como las nuestras, nos hace más vulnerables. El suelo rústico ha pasado a ser muy atractivo para los inversores inmobiliarios, con un aprovechamiento agrario que ha sido sustituido por usos residenciales».