Este fruto seco es especialmente bueno contra el estrés oxidativo. | Freepik

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En España, alrededor de 800.000 personas sufren Alzheimer, una cifra que aumenta en 40.000 nuevos casos cada año. A pesar de los avances científicos, la lucha contra esta enfermedad compleja y devastadora continúa, con la alimentación surgiendo como un componente clave en su prevención. Las nueces, en especial, se presentan como un fruto seco valioso al que no se le presta suficiente atención.

Las grasas saludables: aliadas del cerebro

Expertos en nutrición enfatizan la importancia de las grasas saludables, como las monoinsaturadas y poliinsaturadas, presentes en las nueces. Estas grasas son imprescindibles no solo para la salud general del organismo, sino también para proteger el cerebro del estrés oxidativo y la inflamación, factores vinculados al desarrollo del Alzheimer y otras enfermedades del cerebro.

Además de ser una fuente rica en grasas saludables, las nueces contienen poderosos antioxidantes como la vitamina E y polifenoles. Estas sustancias juegan un papel crucial en la lucha contra el estrés oxidativo, un problema que afecta directamente el envejecimiento cerebral y contribuye al deterioro cognitivo.

Las investigaciones recientes muestran que el consumo habitual de nueces está relacionado con niveles más bajos de daño oxidativo en el cerebro, lo que se traduce en mejoras en la memoria y otras funciones cognitivas en la vejez.

Nueces: una forma saludable de mantener la memoria

La forma de la nuez también nos sugiere su función protectora. Investigaciones han demostrado que incluir nueces en la dieta mejora la agudeza mental y la memoria, aspectos críticos para mantener la salud cognitiva con el paso del tiempo.

Un estudio publicado en la revista Nutrients reveló que las personas que consumen nueces regularmente obtienen mejores resultados en pruebas de memoria y flexibilidad cognitiva, comparadas con aquellas que no lo hacen.

No solo las nueces tienen un efecto protector. El pescado azul, como el salmón y las sardinas, es otra fuente de grasas saludables omega-3, que ha demostrado ser beneficiosa para el cerebro. Además, el aceite de oliva, el aguacate y las semillas de chía contribuyen al mantenimiento del cerebro en buen estado.