El ataque del pitbull reaviva el debate: en Menorca hay 448 perros de potencial peligroso

Los especialistas subrayan que se trata de un problema de educación y no porque tengan una naturaleza agresiva

Los perros de estas razas siempre han de pasearse con el bozal incorporado. | Josep Bagur Gomila

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El ataque de un perro pitbull a un hombre y su mascota el pasado sábado en Cala en Blanes ha reabierto el debate cíclico que sitúa a los canes considerados potencialmente peligrosos en el ojo del huracán. Son sus embestidas las que más trascienden porque la fuerza de su mordida es superior a la del resto y por la potencia de su musculatura, pero no porque sean más frecuentes que las de cualquier otro perro, sostienen veterinarios y responsables de organizaciones no gubernamentales en defensa de estos animales.

En Menorca hay censados un total de 448 perros de las razas consideradas potencialmente peligrosas que aparecen en el Anexo 1 de la ley 287/2002, lo que apenas alcanza al 2 por ciento del total de perros registrados en la Isla, que ascienden a 23.591. El Registro de Identificación de Animales de Compañía de Balears, actualizado a día de hoy, corre a cargo del Colegio de Veterinarios de Balears, encargado de la gestión de esta relación oficial del Govern, aunque no coincide en algunos casos con las cifras de los ayuntamientos de la Isla.

En Menorca se contabilizan cuatro ataques graves de los denominados PPP que aterrorizaron y lesionaron a las víctimas desde 2017 hasta el presente. Fueron un bebé en el Camí des Castell de Maó, un hombre en Es Migjorn Gran y una pareja dueña del can en su propio domicilio de Maó, además del reciente en Ciutadella, los cuatro protagonizados por perros de raza pitbull. Estos ataques de especial trascendencia, como los que aparecen con frecuencia en los medios de comunicación, contribuyen al temor expresado por muchas personas que se cruzan en la calle con ellos, especialmente cuando sus dueños no les han colocado el bozal. También es comprensible, por este motivo, que les causen rechazo.

En dos de los cuatro casos ocurrridos en Menorca hubo denuncia y sentencias condenatorias para los dueños con indemnizaciones elevadas por las lesiones que ocasionaron al bebé de Maó y el vecino de Es Migjorn. Fueron condenados por no llevarlos sujetos de acuerdo a la ley, es decir, con bozal y correa no extensible de menos de dos metros, o no disponer de la documentación obligatoria.

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Los requisitos que exige la ley para poder contar con estos perros potencialmente peligrosos hacen que algunos dueños no cumplan el trámite administrativo que pasa, básicamente, por acreditar que no se tienen antecedentes penales, disponer de un informe de aptitud psicológica y de capacidad física, y contratar un seguro de responsabilidad civil con cobertura no inferior a 120.000 euros. Estas exigencias incidían hasta hace unos años en que las protectoras de animales tuvieran que hacerse cargo de varios ejemplares de estas razas, mantenerlos más tiempo o incluso sacrificarlos por las dificultades para ser tomados en adopción. Esta semana, entre la de Maó y la de Ciutadella, hay cuatro canes de estas razas en espera de ser adoptados.

Está claro, por tanto, que no todas las personas son aptas para hacerse cargo de estos animales por más que su origen no sea más agresivo que el de otras especies.

Veterinarios y protectoras consultadas por este diario inciden en que la agresividad no se define por la raza o las características físicas, sino por cómo se ha educado al animal, el contexto de crianza, cómo ha socializado con humanos y otros perros y las necesidades de ejercicios y cuidados. El pastor alemán, por ejemplo, es la tercera raza en ataques a personas y no figura como PPP.

Cualquier perro de más de 15 kilos, sea de la raza que sea y criado en el contexto que sea, es potencialmente peligroso porque tiene la capacidad física para hacer daño, dicen los veterinarios.
La estigmatización de los pitbull terrier, staffordshire bull terrier, american staffordshire terrier, rottweiler, dogo argentino, fila brasileiro, tosa inu y akita inu y sus mestizajes no se corresponde con su naturaleza, aunque son potencialmente peligrosos por las consecuencias de sus ataques en función de su mordida y fortaleza, lo que no deja de ser un temor comprensible al tratarse de animales. En esta misma catalogación deben ser registados, bien por sus dueños, por los veterinarios o mediante comunicación de la fuerza pública, los perros que manifiesten un marcado carácter agresivo o que hayan mordido a personas o a otros animales.

En esa normativa restrictiva para los PPP radica la controversia a la que aluden sus defensores. Si desde el primer momento se les obliga a llevar bozal y estar sujetos con una cuerda corta es más difícil que sean sociables, lo que a la larga potencia su agresividad como puede suceder con cualquier otro animal.

El apunte

«El problema es que no les dejan socializar, pero no su agresividad»

Rescate PPP Menorca es la organización altruista formada hace 12 años para luchar contra la estigmatización de estos perros «por lo mal vistos que estaban para mucha gente», explica su representante, Sara Solé.

Gestionan adopciones con organizaciones de Mallorca y ayudan a los que están en las protectoras de Menorca sacándolos a pasear.

Recuerda que antes los que llegaban a las perreras, en la mayoría de casos abandonados por sus dueños, se veían sometidos a cribajes «porque se consideraba que no iban a tener opción a una buena vida, aunque esa idea está cambiando;la gente se sorprendería si los conociera de verdad». Subraya Sara que si llegan a causar algún problema «es porque no les dejan socializar, pero no porque sean más agresivos que otros». Por eso lamenta leer o escuchar comentarios donde se desea su muerte.

Admite que muchos dueños los tienen sin licencia y que los hay que los pasean sin bozal, «como también hay mastines, por ejemplo, que pueden hacer más daño que un pit bull».
A raíz del último suceso en Cala en Blanes desde Rescate PPP Menorca piden una reflexión porque «la agresividad de los perros no es una cuestión genética sino de educación, socialización y responsabilidad humana». Las restricciones a estas razas aumentan la opción de que desarrollen inseguridades o miedos lo que puede derivar en conductas no deseadas.Por ello solicitan normativas basadas en el comportamiento individual del perro, no en su apariencia o raza. «La prohibición y la restricción no solucionan el problema», indica Solé.