El ‘Victoria Playa’ de Sant Tomàs, un clásico tres estrellas enfocado a familias británicas con niños, se ha reconvertido en el TUI Blue Victoria, un cuatro estrellas superior destinado solo a adultos.    | Gemma Andreu

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Diez años de inversiones apostando por la modernización, la especialización y el aumento de los estándares de calidad han dado un giro a la oferta de alojamiento hotelero de la Isla. Menorca está dejando atrás un modelo basado en el sol y playa indiferenciado de otros destinos competidores, con una mayoría de establecimientos de tres estrellas destinados a la clase media turística, a uno más enfocado a visitantes de alto poder adquisitivo a través de hoteles de cuatro y cinco estrellas, con una oferta capaz de atraer al viajero por sí misma. Así lo reflejan los datos de evolución de la planta hotelera de la Isla, en la que se puede observar cómo los hoteles de tres estrellas han entrado en vías de extinción, para dar el testigo a una oferta de calidad que ha permitido un aumento generalizado de los precios.

Los datos del registro de establecimientos turísticos, que recaba el departamento de Ordenación Territorial y Turística del Consell desde hace justo diez años, sitúan en la actualidad el número de plazas que se comercializan en hoteles y aparthoteles de tres estrellas y tres estrellas superior en 11.720, un 37,1 por ciento menos que en 2014, un descenso que se produce en un periodo en el que la capacidad de alojamiento turístico de la Isla ha crecido casi un 25 por ciento. Por contra, en el periodo analizado, la oferta de camas en hoteles de cuatro estrellas, cuatro estrellas superior y cinco estrellas, que hace diez años era minoritaria, con capacidad para menos de 12.000 turistas, ahora se ha elevado un 75 por ciento hasta rozar las 21.000 plazas.

Detrás de este aumento de la oferta de alto standing —por llamarla así— hay básicamente dos fenómenos. Por un lado, la apertura de nuevos establecimientos que se ha venido produciendo como un lento goteo para apuntalar la tendencia hacia el lujo. Las inversiones del sector en nuevos hoteles se han centrado en las altas categorías. Es el caso, por ejemplo, del Suites del Lago, (Cala en Bosc), del Barceló Nura, en Biniancollet, del Seth 55 Sant Tomàs y de los dos hoteles del Grupo Sagitario en Son Carrió. Los dos primeros son de cinco estrellas y los otros tres de cuatro. Hace diez años había en la Isla 32 hoteles o aparthoteles de cuatro estrellas, 4 de cuatro estrellas superior y dos de cinco estrellas. Ahora el recuento es de 47 de cuatro estrellas, cinco de cuatro estrellas superior y seis de cinco estrellas.

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Este incremento de la oferta de alta calidad responde también a otro fenómeno, el de la transformación de establecimientos existentes para elevar su categoría y captar a otro perfil de visitante. En los últimos años se han registrado multitud de reformas, que han permitido a los hoteles aumentar sus prestaciones. Hay ejemplos relevantes de esta tendencia, como el caso del Meliá Cala Galdana (para pasar a ser cinco estrellas), del antiguo Sol Beach House (Sant Tomàs), convertido en el cinco estrellas gran lujo Villa Le Blanc, y TUI Blue Victoria Menorca (antiguo Victoria Playa), en Sant Tomàs, que a final de este año pasará a ser de cuatro estrellas superior.

Lo explica su director, Juanjo Subirats, quien narra la revolución que ha supuesto la inversión realizada en el modelo de hotel. «Antes teníamos familias, había muchos niños, ahora tenemos parejas». Ha pasado de ser el típico hotel de la costa menorquina de tres estrellas y enfocado a un turista medio británico, a ser un cuatro estrellas superior solo para adultos, con un perfil de mayor poder adquisitivo. El ejemplo del TUI Blue Victoria es paradigmático, porque ha reducido su número de plazas para poder habilitar 25 suites, una transformación que viene impulsada por el mercado, en este caso, por el gigante de la turoperación TUI, que ha financiado parte de la inversión y monitorizado los cambios.

Es solo un ejemplo del proceso que ha ido viviendo la planta hotelera menorquina, que dejando al margen el resto de tipologías de alojamiento y centrándonos en los hoteles y los aparthoteles, se observa cómo ha incrementado su oferta de plazas de alojamiento un 18 por ciento en los últimos diez años. En ese periodo ha descendido ligeramente el número de plazas en apartamentos turísticos, tipología con una capacidad actual de 19.495 plazas, alrededor de un millar menos que hace una década. El gran aumento de plazas turísticas lo protagoniza el sector del alquiler turístico. En 2014, oficialmente había en la Isla 3.715 viviendas dedicadas al negocio turístico con una capacidad de alojamiento de 17.531 personas. Diez años después, la última actualización sitúa la cifra de casas turísticas en 5.724, más de 2.000 más, y el número de plazas que ponen en el mercado se ha elevado hasta las 30.400. Es un incremento del 73,4 por ciento que solo encuentra parangón en términos relativos en la evolución de la oferta de agroturismos y hoteles ‘boutique’.