Catín Arguimbau, frente a uno de los autocares de la firma.

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Fundada en 1946, Autocares Torres es un caso de empresa familiar de éxito. A lo largo de estos años se ha tenido que ir adaptando a todo un cúmulo de nuevas circunstancias para garantizar la viabilidad de la misma en el futuro.

En vistas de alcanzar una mayor eficiencia, la gerencia quedó repartida en tres ramas diferentes. De este modo, la dirección general de Autocares Torres fue la única que recayó en un miembro de la familia: Catín Arguimbau Torres. Sus más de treinta años al mando de la empresa avalan a Arguimbau como una ponente más que interesante para el Foro Menorca Banca March de la Empresa Familiar 2023, que ya encara su décima edición.

A partir de las 19.30 horas de este jueves 16, la Sala Multifuncional de Es Mercadal acogerá un coloquio con el relevo generacional como principal tema a debatir.

En su caso, ¿cómo se dio pie al relevo generacional? ¿Le costó adaptarse o, al estar familiarizada con la empresa, todo fue más sencillo?

—Llevo más de treinta años. Empecé desde abajo, por lo que fui aprendiendo de todos los ámbitos. En el año 1996 nos trasladamos a las instalaciones actuales en el polígono de Ciutadella. Fue en este momento cuando ya entré con más fuerza dentro de la empresa. Antes había estado simplemente como aprendiz. He ido creciendo al mismo tiempo que la empresa. Por ejemplo, he visto y he contribuido a la incorporación de novedades como las líneas regulares.

¿Siempre estuvo mentalizada de que, tarde o temprano, le tocaría asumir el relevo?

—Bueno, no siempre lo tuve en mente porque somos trece primos. No sabíamos quién se haría cargo, porque a lo mejor se escogía a alguien externo a la familia. De hecho, hasta ese momento todo recaía en el gerente Isidro Bellota, que era un yerno de mi abuelo.

El origen de Autocares Torres radica en el «esfuerzo y tesón» de Miguel Torres Allés en un momento económico «complicado». ¿Es este el espíritu que sigue rigiendo la empresa en la actualidad?

—Siempre hemos seguido el espíritu innovador y emprendedor de mi abuelo. Así se explica que iniciásemos el trayecto de líneas regulares a playas vírgenes en 2011, cuando le propusimos al Consell empezar con Son Saura a modo de prueba. Después, el mismo Consell nos propuso repetir la fórmula en 2018    con Macarella. Pero todo se basa en un prueba y error. Anteriormente, intentamos lanzar el bus turístico sobre el año 2008 o 2009, aunque no acabó de funcionar como esperábamos.

¿A qué nuevos retos se enfrentan en la actualidad?

—Sobrevivir en el sector. A partir de aquí, pensar en cosas nuevas que podemos hacer. De momento lo tenemos un poco parado porque las concesiones del Consell para las playas vírgenes están caducadas. Desde Torres Fedelich, nuestra otra rama dedicada a la postventa, sí que estamos más activos en busca de renovar la flota de vehículos. Estamos valorando otras marcas diferentes a Fiat, que era con la que veníamos trabajando.

Partiendo de su experiencia como directora, ¿qué ventajas e inconvenientes diría que tiene trabajar dentro de una empresa familiar?

—Quieres que todo salga bien porque te debes a tus socios y una empresa trabaja con el objetivo de ganar dinero. Si la cosa no funciona, te acaba generando aún más frustración al ser algo familiar. No es lo mismo que si no hubiera relación. Al final, todos intentamos hacerlo lo mejor posible y tirar adelante.

El Foro Banca March es una oportunidad perfecta para debatir sobre estos nuevos desafíos. ¿Qué aprendizajes cree que puede extraer del resto de ponentes?

—Pues conocer sus inquietudes, porque al final todos vivimos en la misma isla y queremos satisfacer tanto a nuestros ciudadanos como a los que nos visitan. Aparte, saber cómo afrontaron ellos el relevo generacional y ver hacia dónde caminan. Así, a lo mejor podemos apuntar alguna idea de cara al futuro.

¿Y qué vivencias puede compartir con ellos?

—La manera en que hemos gestionado nuestro propio relevo generacional. El Grupo Torres, bajo la dirección de Isidro Bellota, en un momento dado adquirió un volumen demasiado grande como para que lo gestionase todo una sola persona. Así pues, decidimos que dos personas externas a la familia y otra implicada en ella, en este caso yo, se repartiesen la gestión. De esta manera, Rafael Allés pasó a la dirección de postventa de Torres Fedelich, Jonathan Rincón se quedó en la dirección financiera y de recursos humanos, y yo me he quedado como directora de la sección que conozco: Autocares Torres. Además, también actúo como representante de la familia ejerciendo de consejera delegada del Grupo Torres.