Joan Huguet, con el alcalde Joan Palliser y Ramon Orfila | Katerina Pu

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El que fuera presidente del Consell (1991-1995) o vicepresidente del Govern (1983-1991), entre otros cargos, Joan Huguet Rotger (Ferreries, 1954), ofreció la noche de este miércoles una ponencia titulada «40 anys d'autonomia. 40 anys d'Estatut», enmarcada en la serie de «Tertúlies a la fresca» organizada por el Ayuntamiento de Es Mercadal.

Al inicio, Huguet recordaba los orígenes y la historia previa a la aprobación del Estatut d'Autonomia de Balears, el cual cumplió cuarenta años el pasado mes de julio y que, según el político ferrerienc, urge «actualizar»: «Aunque el Estado de las autonomías esté enfermo, se puede recuperar. Su cura pasa indiscutiblemente por la reforma de la Constitución», relataba, aclarando que el gran reto es saber «qué reformar y cómo».

Al hilo de esto, Huguet destacaba que con la consolidación del Estatut d'Autonomia se pasó de un «Estado fuertemente centralizado», como era el caso del «modelo franquista», a un «Estado fuertemente descentralizado», como ocurre actualmente con el «modelo autonómico».

«El paso previo de uno a otro modelo no estuvo perfectamente delimitado, por lo que hoy en día el mapa sigue abierto y es necesario reformar la Constitución», volvía a incidir.

Pese a ello, el propio Huguet aseguraba que a pesar de «todos estos inconvenientes», el Estado de las autonomías y su tránsito durante todos estos años ha sido un «éxito en la libertad, en el autogobierno, en la autodeterminación y en la modernización de las infraestructuras».

Aún así, le preocupa que este balance positivo se vuelva en contra si no se realizan «ciertas reformas»:«Nos tenemos que tomar muy en serio la actual crisis del Estado de las autonomías, agravada por la crisis económica», afirmaba.

Orfila, de presentador

Durante la conferencia, contó con un invitado de excepción, quien también fue el encargado de presentarle ante el público: el exalcalde de Es Mercadal con l'Entesa, Ramon Orfila.

En palabras de Huguet, ambos dieron una «demostración» de lo que debería ser el entendimiento entre dos personas que militan en partidos «diametralmente opuestos, pero no enemigos»: «El gran problema actual de la política española es que se ha instalado en la mediocridad y se ha convertido al adversario en enemigo. Lo que enriquece la política es que haya diferentes opiniones y un contraste de las mismas», señalaba a modo de reflexión.

«De quien realmente puedo aprender algo es de aquel que piensa diferente a mí», razonaba.