Las dependencias del submarino pudieron ser transitadas en un recorrido guiado. | Katerina Pu

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El submarino de la Armada Española S-74 «Tramontana», con base en Cartagena, ha estado atracado desde el viernes hasta este domingo en los muelles de la Estación Naval de Mahón, y abierto a visitas del público interesado en conocer sus misiones, funcionamiento, dependencias o forma de vida de su tripulación. Es el cuarto de los submarinos de la Serie S-70, cuya puesta a flote se efectuó en 1984, y ha participado en múltiples operaciones y ejercicios nacionales e internacionales a lo largo de estos últimos 30 años. Tiene 67 metros de eslora, desplaza unas 1.490 toneladas y acoge, en sus 140 metros cuadrados de casco, a unos 65 tripulantes, bajo la comandancia de José Manuel Piñero Álvarez.

Se encuentra ahora en expedición por el Mediterráneo y su principal cometido actual es la obtención de inteligencia. Está preparado para la defensa y protección de fuerzas navales o espacios marítimos, con un armamento de cuatro tubos lanzatorpedos a través de los cuales también se podrían lanzar minas. Viaja a una velocidad máxima de 20,5 nudos en inmersión, y de 12 en superficie, gracias a la propulsión de dos motores diésel de 3.600 CV y un motor eléctrico principal. Unas 320 baterías, permiten, además, una autonomía de 9000 millas bajo la superficie a nueve nudos.

Ayer por la mañana, autoridades de la Isla, de la misma forma que lo hicieron los ciudadanos que se acogieron al programa de visitas disponibles estos días, hicieron una ‘inmersión' en el S-74 «Tramontana», con el submarino atracado, y con las explicaciones guiadas de la mano del comandante. José Manuel Piñero, miembro de la Armada española y analista de información internacional, tiene 38 años y desempeña este cargo desde hace apenas 12 meses. Ejerció antes en el puesto de subcomandante del mismo submarino y tiene una experiencia naval de 13 años en embarcaciones de este tipo.

La visita por el interior del submarino permite hacerse una idea de cómo es la vida para su tripulación, en expediciones que a veces pueden durar hasta 50 días seguidos. Nada más embarcar, uno de los escollos principales para los visitantes era el descenso, a través de una escalera por una de sus dos escotillas, de unos tres metros, en bajada. Una vez dentro, se encontraron con un pasillo estrecho y oscuro, que acogía las distintas partes y dependencias del submarino. Para hacerse una idea: una cocina de dos metros y medios, dos espacios de literas para toda la tripulación, más la cámara del comandante, dos retretes y una ducha. Todo está aquí dentro perfectamente organizado y racionado, incluso el agua, que permite tres minutos de ducha cada tres días a cada uno de los miembros de la tripulación. Todo es limitado. También el oxígeno, que hay que renovar distintas veces al día, y que, como el espacio, se aprovecha al máximo.

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La zona principal del S-74 «Tramontana» es la cámara central, el cerebro de este submarino, siempre con personal de guardia, y desde donde se llevan a cabo todas las maniobras, incluidos la de los periscopios, si se diera el caso, de ataque.

La cámara de refugio, por otro lado, con capacidad para 20 torpedos de cinco metros de largo, es un habitáculo compartido con las literas de los marineros, y que permitiría el desembarco en caso de rescate. El escape libre, con traje, siempre sería la última opción, por el elevado riesgo que supone por descompresión. Existiría, antes, la opción de reflotar el submarino con mangueras de aire o acoplar un minisubmarino en la esclusa de salvamento, explicaba el comandante con todo lujo de detalles. Entre la información clasificada o secreta, por otro lado, están los metros máximos de inmersión. Una vez dentro, en un espacio tan apretado, cuesta imaginar cómo transcurre la vida, el tiempo, a 150 metros, o a los máximos que sean, de profundidad. La tripulación pasa todo tipo de reconocimientos médicos y su formación incluye distintos cursos, los más intensos de la Armada. Durante periodos operativos o de maniobras, solo existe la posibilidad de recibir mensajes de sus allegados una vez al día, en conexiones que llegan a través de una antena de satélite. Entre la tripulación hay un profesional de enfermería y un cocinero, quien, implícitamente, tiene parte del cometido con sus platos de alegrar la vida a tantos metros de profundidad.

Las experiencias humanas vividas son múltiples, explica el comandante, teniendo en cuenta la situación y la distancia en la que se encuentra la tripulación. Nadie está forzado, en todo caso, a este tipo de trabajo, que es voluntario. Una labor que está claro que tiene que ser vocacional y que el comandante, personalmente, califica como «lo más bonito que se puede hacer en la Armada». No apto, está claro, para quienes sufren de claustrofobia o no son capaces de mantener la moral alta en las condiciones a las que están sujetas las labores de un submarino.

La Armada Española dispone de dos S-70, y actualmente está renovando la flota con S-80 Plus de última generación. El «Tramontana» ha participado, entre otros, en la resolución de la crisis de Perejil en el año 2002, y entre los ejercicios internacionales más destacados donde ha intervenido se encuentran las Proud Manta (guerra antisubmarina) y las Dynamic Monarch (salvamento y rescate de submarinos).