Seis personas acuden a las reuniones de Narcóticos Anónimos en Maó, todas han pasado pasado por alguna adicción a una sustancia. | Gemma Andreu

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El confinamiento, el aburrimiento, el aislamiento, la soledad y los problemas económicos derivados de la situación laboral por la pandemia han supuesto que las bases de cualquier persona se tambaleen como nunca antes. Algo que puede provocar que la vida de alguien se vuelva ingobernable y tocar fondo. Así se ha reflejado en el grupo de Narcóticos Anónimos (NA) de Maó, que ha registrado un incremento de adhesiones de personas que han decidido poner remedio a su adicción a las drogas y el alcohol.

«La pandemia ha contribuido a que más gente quiera encontrar solución a su problema», explica Fabián Aradas, portavoz y miembro de NA. Las reuniones, que se realizan en una sala de la iglesia de la Concepción en Es Cós de Gràcia, se celebran los martes y domingos y duran hora y media, actualmente están formadas por seis personas. El responsable de Maó, Antonio (nombre ficticio), destaca la importancia de este tipo de terapias: «No hay más requisito para entrar que el deseo de dejar de consumir. Somos un grupo de compañeros que nos damos ayuda mutua. Hablar con alguien que ha pasado por lo mismo es reconfortante y así tratamos de ayudarnos unos a otros». Los encuentros se basan en la charla y la meditación espiritual y dependen económicamente de las donaciones voluntarias de los asistentes.

Antonio quiere que su experiencia sirva a otras personas, «la adicción tomó mi vida, afectando a las relaciones sociales, con la familia y a mí mismo. Te aislas y no quieres saber nada del mundo. Cuando te recuperas, recuperas también tu sitio en la sociedad, aunque la adicción es incurable y se tiene que trabajar día a día», relata.

Confinamiento

Desde la Unidad de Conductas Adictivas de Menorca de la Conselleria valoran que sean los propios afectados los que decidan tomar cartas en el asunto. «Cuando alguien ha probado una sustancia tiene que encontrar sus propios recursos para no volver a encontrarse en la misma situación», asegura Assumpta Monell, jefa del servicio. Una opinión compartida por los miembros de NA, «lo primero es aceptar que tu vida es ingobernable y que tienes un problema.    Mucha gente viene empujada por sus familias», afirma Antonio.

El confinamiento ha propiciado la creación de grupos online de Narcóticos Anónimos, donde se mantienen los principios de anonimato, confidencialidad y gratuidad. Por su parte, la Unidad de Conductas Adictivas prestó asistencia telefónica durante el confinamiento y solo atendió a los usuarios del programa de tratamiento con metadona.

El apunte

El aislamiento hace tomar conciencia sobre la adicción

En unos meses la Unidad de Conductas Addictivas (UCA) de Menorca dará a conocer la Memoria 2021 sobre adicciones. Los datos del año pasado evidenciaban que el confinamiento había hecho tomar conciencia a los consumidores de su dependencia a las sustancias, y que el alcohol era la atención más requerida por los usuarios (hasta 164) del servicio. De un total de 432 personas atendidas en la UCA, el 25 por ciento tienen adicción a los opiáceos; el 18 por ciento de las solicitudes son de personas que consumen alcohol y cocaína, u opiáceos; mietras que la cocaína concentra un 11 por ciento. Según el mismo informe, el perfil de los usuarios de la Unidad responde al de un hombre de entre 30 y 49 años, con adicción al alcohol, la cocaína o la marihuana.

Asssumpta Monell, jefa de la UCA, afirma que en 2020 «se puso de manifiesto que la pandemia agravó los problemas con las adicciones». Monell destaca en los últimos años el incremento de la ludopatía, motivada también por el aburrimiento durante el encierro y la pérdida de trabajo. Monell diferencia las adicciones comportamentales (como al sexo, al trabajo o al juego)    de las de sustancias: «Las sustancias tienen un efecto anestesiante a los sentimientos. Las sustancias ponen una tirita al sufirmiento emocional».

El primer año de la covid, 148 usuarios se iniciarion en el tratamiento, de los cuales ocho eran adolescentes. En lo relativo a las terapias grupales, 30 personas forman los encuentros que se realizan una vez a la semana, repartidas entre 16 en Ciutadella y 14 en Maó.

Monell define el proceso de desintoxicación como largo: «Siempre hay recaídas. Cuando alguien ha probado una sustancia, tiene que encontrar recursos para no volver a exponerse a la misma situación. Un plan terapéutico no funciona si el afectado no participa activamente. La solución al problema la tiene cada uno en su interior».

La UCA, que atiende a colectivos vulnerables, ha organizado recientemente programas de vacunación contra la covid para sus usuarios para garantizarles la inmunización.