Imagen de las obras que hasta la paralización del sector de la construcción se desarrollaban en el Insotel de Punta Prima | Gemma Andreu

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Serios temores más allá del verano. El sector de la construcción anda como muchos otros sumergido en un mar de preocupaciones que no se ciñen al futuro más inmediato, el periodo de paralización de la actividad, sino que se concentran especialmente en el que ya se presume como una larga travesía del desierto, el próximo invierno. La temporada turística que se avecina será una de las peores de la historia -probablemente la peor- y la enorme dependencia que Menorca tiene del sector servicios puede provocar un efecto en cadena demoledor para constructoras, empresas auxiliares, fontaneros, electricistas, carpinteros, pintores, etc.

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«Lo que más nos preocupa es el sector de la hostelería, hoteles y restaurantes. ¿Qué pasará con las inversiones de invierno si no hay temporada?», se pregunta Ricardo Lluch, presidente de la Asociación de Empresas de Instalaciones Eléctricas y de Telecomunicaciones de Menorca (Aseime), que representa a alrededor de un centenar de empresas asociadas, más del 90 por ciento de los negocios de este sector en la Isla. Muchos de ellos viven en invierno de las inversiones de mejora que llevan a cabo las empresas del sector de la hostelería, especialmente hoteles. La cadena de valor del sector turístico se extiende a prácticamente a todos los ámbitos de la economía menorquina. Una pésima temporada como la que se prevé no solo afecta a los hoteles y a la oferta complementaria.

El constructor Nicolás Bosch reflexiona al respecto. «Si todo lo que es turismo, hoteles, restaurantes, apartamentos, no hace la temporada, no invertirán el año que viene». No es algo que se quede en un augurio porque «de hecho este año ya está pasando». Relata cómo ya se han encontrado empresas de alojamiento que tenían reformas en marcha y que han anunciado una reducción de sus pretensiones para «hacer lo imprescindible». Además deja claro que el parón que ya se está empezando a intuir –más allá de la paralización forzosa por la emergencia sanitaria– no solo afecta a las empresas, sino también a los particulares.

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