La primera reunión del grupo de trabajo contó este viernes con la presencia de empresarios y responsables de distintos ámbitos | Javier Coll

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Las condiciones del puerto de Maó, con la imposibilidad de admitir la entrada de barcos que superen los 277 metros de eslora o incluso menos con determinadas características técnicas, no se adaptan a las tendencias que imperan de un tiempo a esta parte en el mercado de cruceros. Las compañías optan cada vez más por embarcaciones grandes, por encima de los 300 metros de eslora, y por obtener la máxima rentabilidad de cada escala. No es que no quieran venir a Maó, es que no pueden.

Las consecuencias de esta disonancia ya están aquí. Según se dio a conocer en la jornada de trabajo organizada ayer por Autoridad Portuaria de Balears en Maó para analizar la situación de este sector con todos los actores implicados, de las 115 escalas y 134.000 pasajeros de este año (cifra récord en cuanto a número de turistas) se pasa a una previsión de 68 escalas y unos 80.000 pasajeros en 2019. Y lo más preocupante es que no se trata de un hecho puntual. Para 2020 se intuye otro desplome mayúsculo, como explicó Jorge Nasarre, de Autoridad Portuaria.

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