Pons Vila en la taula de Torralba, sostiene en la mano un komboloi griego, un objeto de cuentas similar a un rosario pero sin propósito religioso, solo antiestrés o como juego. Lanza así una mirada a Grecia y lamenta que «su gobierno les haya engañado, yo no quiero eso para mi país». | DAVID ARQUIMBAU

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Ganó el escaño en Madrid para el PP el pasado diciembre pero ahora tiene que revalidarlo. Juana Francis Pons Vila, licenciada en Ciencias Políticas e Historia, lleva años en política, tanto en el gobierno como en la oposición, pero solo durante el mandato 2011-2015 «vive» exclusivamente de ella, ya que antes la compaginaba con su empleo en la Escola Balear d'Administració Pública. Se define como persona activa y obstinada, muy «menorquina» pero a la vez, amante de los viajes, que considera «la mejor inversión personal».

¿Se ha convertido esta campaña en un 'cuerpo a cuerpo' con Units Podem Més?
— Se ha hecho lo imposible por conseguir esa candidatura unitaria, al final van al notario, demostrando la confianza que hay entre los socios, y no pactan al Congreso, solo al Senado. Es evidente que es un «todos contra el PP» y eso ha quedado de manifiesto en los debates, con cargos públicos de la coalición atacando a la candidata del PP desde el público y, por otro lado, con la suya rehusando un cara a cara.

El Senado, la Cámara prescindible, donde el PP tenía mayoría es ahora objetivo, ¿por qué?
— Es una de esas cosas que tiene la izquierda, como la fábula de la zorra y las uvas, que están verdes cuando no llega a ellas. Desde el Senado se puede vetar una reforma de la Constitución si no hay consenso con el PP, la fuerza mayoritaria, o también si se decide incumplir la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Es clave, y solo hay que ver las coaliciones en distintos territorios para ver que esto es parte de una estrategia nacional orquestada por Podemos para hacerse con él. La batalla del Senado es importante y por eso digo: Menorca no es nacionalista, ni populista ni de extrema izquierda y esa no debe ser su voz en Madrid, sino la de la moderación.

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Las encuestas no vaticinan una mayoría de gobierno clara. ¿Qué pasará el 27 de junio?
— Lo que vaticinan no me gusta, porque es una sociedad polarizada, sobre todo teniendo en cuenta el sectarismo con el que actúa la izquierda: con el PP no se puede hablar..., al PP ni agua, como si fuéramos una especie de apestados cuando tenemos la misma legitimidad. Hay un profundo déficit democrático en su planteamiento, hay millones de personas que votan al PP y se merecen un respeto. El consenso de la Transición se logró hablando y cediendo todos. Al día siguiente de las elecciones, con escaños y no con deseos, habrá que plantear la mejor salida para los intereses de los españoles. Es impensable ir a otras elecciones.

¿Es cierto que en el PP se cuestiona a Rajoy, como dicen otros partidos, para poder pactar?
— Yo nunca le diré a otro partido qué líder tiene que poner o quitar. No acepto que vengan a decirnos quién tiene que serlo en el PP. Rajoy es el candidato del partido y si no les gusta es su problema. Es el más votado, y candidatos que quedan cuartos y que tienen todo por demostrar, que se alían con el PSOE en una carambola que no suma, no tienen legitimidad para decir que no les gusta Rajoy. Los partidos son soberanos y los ciudadanos inteligentes.

Se reprocha a los parlamentarios que no luchen por su territorio. ¿Es difícil hacerse oir en Madrid?
— Requiere trabajo y perseverancia. Para resolver unos cuantos temas hay que plantear muchos más, y perseverar y explicar. Lo importante no son solo las grandes intervenciones, reclamar y hablar, sino conseguir que te puedan hacer caso y solucionar problemas.