Ensayos. La constructora Antonio Gomila realizó varias pruebas durante la obra para comprobar que la permeabilidad era la requerida y, al no poder adquirir el material proyectado, Trisoplast, propuso dos alternativas que fueron descartadas por Medio Ambiente. | Lurgintza

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La Conselleria de Medio Ambiente del Govern balear ha jugado un papel determinante en la situación que ha originado el grave problema de filtraciones que ha obligado a la misma administración autonómica a clausurar temporalmente las dos celdas de la ampliación de Milà II que estaban siendo utilizadas como vertedero.

Los técnicos del Servicio de Residuos, los mismos que han realizado las últimas inspecciones que han comportado la paralización de los vertidos, aconsejaron en 2009 -durante el Govern del Pacte- cambiar el proyecto que ya llevaba dos años tramitándose para encargarle otro a Terratest e impusieron en 2011 el uso de Trisoplast, un material que solo la empresa autora del proyecto comercializa.

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Y lo hicieron sin prever la necesidad de establecer también una barrera subterránea frente al acuífero, pese a que el estudio geotécnico realizado por Geoma (Geología de Mallorca) e incorporado al proyecto ya había advertido de la existencia de «varios cauces de torrentes a capas muy superficiales, por la impermeabilidad del terreno», ya que las aguas subterráneas se encontraban a una profundidad de entre 1,10 y 1,90 metros bajo tierra.

A decir de Lurgintza, la empresa que ha elaborado ahora el proyecto para solucionar las deficiencias detectadas en Milà, el origen del problema es precisamente éste. Ni Terratest ni Medio Ambiente «consideraron la posibilidad de que apareciera un nivel de agua o freático, y dado que no preveían una afluencia de lixiviados procedentes del vaso antiguo, no se justificaba prever su recogida bajo el sistema de impermeabilización».

De este modo, la ampliación del basurero de Milà II se convirtió en el banco de pruebas experimental del uso de Trisoplast, que Terratest y Medio Ambiente ya estaban empleando a la vez, en 2010, para llevar a cabo la clausura y el sellado de emergencia de la planta de escombros de Son Reus (Mallorca). Era la primera vez que se usaba en España esta barrera mineral sustitutiva de la arcilla, de «mejor impermeabilidad y durabilidad», y fue también impuesta en Milà.

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