Hoguera en el puerto | Gemma Andreu

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Los pasajeros del crucero «Aidavita» que pasaron a bordo las últimas horas de su estancia en el puerto de Maó tuvieron la oportunidad de asomarse a popa para seguir de cerca, en privilegiada posición, la quema fester con sus bujots y todos los actos organizados por el Ayuntamiento en el Moll de Ponent con motivo de la víspera de Sant Joan.

Además de estos turistas flotantes, disfrutaron de la tarde varias decenas de familias en un espacio habilitado junto a la Estación Marítima, con un despliegue logístico algo más austero que el año pasado. La jornada empezó más tarde de lo previsto, porque a última hora se suspendió la qualcada que varios jinetes debían realizar entre la Plaça Constitució y la ermita de Sant Joan des Vergers. La concejala de Fiestas, Elisa Mus, dijo desconocer el motivo de la cancelación de este acto, que se ha venido celebrando durante los dos últimos años, aunque al parecer no se pudo contar con un número significativo de participantes.

Pocos bujots en el fester, realizados como casi siempre por clubes de jubilados y centros educativos del municipio. Precisamente los pensionistas del club de la calle Vassallo pudieron su conocimiento y ganas a disposición de los más pequeños, para que todos los que lo desearan se pudieran llevar a casa una canya verda en perfectas condiciones ornamentales, adecuadas a la fecha en cuestión.

En cuanto a la animación, repitió el enérgico dúo local Esportart a la hora de hacer bailar a los presentes, que iban en aumento a medida que pasaba el tiempo y el tren turístico realizaba viajes, cuesta para arriba, cuesta para abajo. La novedad fue el Circ Bover, una propuesta de circo procedente de Mallorca, sin carpa, que combina la música, con el clown y las habilidades propias del autodefinido mayor espectáculo del mundo, como el malabarismo o los ejercicios en cuerdas suspendidas, entre otras demostraciones.

Cuando el sol abandonó exhausto su jornada de trabajo más larga del año fue el turno para prender el montón de residuos inflamables que, junto a los bujots, formaban el fester. Piras similares ardieron en otros puntos de la Isla como Es Castell, Llucmaçanes, Sa Mesquida o Sant Climent, bajo la atenta mirada de los bomberos que velaban para que los incendios programados no pasaran a mayores. Y a la cama, que hoy no es fiesta en la parte más oriental de la Isla.