Natanael con su mujer, Noemí, que es del País Vasco

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Hace escasamente cinco meses que se instaló en Londres, pero ya ha notado un salto cualitativo en su trabajo. Y no solo por las posibilidades que ofrece la capital británica de proyección profesional, sino también por el trato humano que reciben allí los trabajadores de sus empleadores, algo que, asegura este menorquín, en España se echa cada vez más en falta.
Natanael Oliva Guardia es un joven informático de 25 años que, pese a tener un empleo fijo en Menorca, lo dejó para buscar un trabajo que le reportara más satisfacción personal.

¿Por qué eligió Londres como destino?
– Porque sabía que en mi sector había muchas posibilidades y oportunidades de trabajo, y también porque tanto mi mujer como yo dominábamos el idioma. Aquí también hay mucha más movilidad profesional, incluso se pueden realizar prácticas remuneradas que te cuentan y convalidan como si fueran estudios.

No todo el mundo puede elegir ahora en España ¿qué le impulsó a cambiar de empleo y marcharse?
– Trabajaba en el mantenimiento informático en los juzgados, con una empresa subcontratada por el Ministerio de Justicia, y simplemente no me satisfacía, no era lo que yo quería. El trabajo se centraba en la administración de sistemas y yo soy programador, es lo que me gusta hacer. Además, las condiciones laborales cada vez empeoraban más..., al final, mi mujer y yo decidimos marcharnos, aunque ella también tenía trabajo y lo dejó. Aquí en Londres ha encontrado otro en una semana.

¿Su inserción laboral también fue tan rápida?
– No, fue bastante más lenta, tardé tres semanas. En mi sector el proceso de selección va más despacio, las entrevistas también. Además tuve que pasar unos exámenes, unas pruebas técnicas, y cuando llegamos, en octubre, ya estaban inmersos en la preparación de la campaña de Navidad, así que tardé un poco más.

De todos modos, es poco tiempo, si se compara con la situación del mercado en España.
– Sí, todo el mundo nos dice que hemos tenido mucha suerte, estar los dos colocados en un mes, aunque los dos háblabamos ya inglés. También habíamos venido antes, de vacaciones en verano, para ver si nos gustaba.

¿Su mujer también encontró empleo dentro de su ámbito profesional?
– No, ella es intérprete del lenguaje de signos, y está trabajando en una cadena de restaurantes, pero de momento está contenta, aquí las empresas te tratan muchísimo mejor que en España, te ven como una persona, no solo como un número.

¿A qué se refiere?
– Simplemente a eso, que te tratan muy bien. Si no pueden mejorarte la oferta económica, quieren dar a sus empleados un valor extra, para que estén a gusto y así diferenciarse de otras empresas. Porque una vez que trabajas, te salen otras ofertas, y así no te vas. Yo por ejemplo, en mi empresa, tengo el desayuno y la comida incluidos. Además, como existe mucha concienciación sobre la protección del medio ambiente, si voy en bicicleta al trabajo me pagan un pequeño plus en el sueldo.

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¿Será porque tiene que pedalear mucho?
– (Ríe) Sí, son 15 kilómetros ida y otros 15 a la vuelta, así que llego sudando, pero bueno me puedo asear, tenemos duchas en el trabajo.

¿Qué tipo de empresa es?
– Es una empresa de distribución y comercialización de productos de deporte, Madison. Tiene sus propias marcas y también distribuye otras. Es una firma muy grande, con un departamento de informática y de desarrollo propio, que es en el que yo trabajo.

¿Cuál es su cometido?
– Hay una tienda de e-commerce para cada una de las marcas y estamos creando aplicaciones que los usuarios puedan utilizar dentro de la propia empresa, aplicaciones destinadas, por ejemplo, a organizar los puntos de venta, por marcas, productos, tipos de vendedores..., estamos modernizando el sistema.

¿Ha logrado lo que buscaba, estar satisfecho en el trabajo?
– Sí, sobre todo por lo que he comentado, por las condiciones laborales. Yo trabajo siete horas de lunes a viernes, pero son flexibles con las horas de entrada y salida. Sin embargo, casi siempre a las seis de la tarde estoy en casa. He podido observar que si estás más de ocho horas en la oficina, para ellos significa que eres un mal trabajador, porque no produces al ritmo adecuado, quieren que hagas tu trabajo, tus horas, y te vayas.

Suena a años luz del concepto de buen trabajador en las empresas españolas...
– Exacto, pero es que aquí tienen muy clara la necesidad de conciliar la vida laboral y la familiar. A mi mujer le sucede igual, pocas veces le piden que se quede quince minutos más, o como mucho media hora, y si lo haces, te pagan.

¿Encuentra más emigrantes en el sector de la tecnología?
– Sí, hay muchísimos españoles que se lanzan. La semana pasada estuve en una conferencia sobre programación y coincidí con muchos. Es que aquí en el Reino Unido nos ven como buenos trabajadores, en casi todos los sectores, pero en el mío en particular nos consideran honrados y eficientes.

Su adaptación entonces no ha sido nada problemática...
– No, en lo laboral no. La vivienda nos costó encontrarla, es más cara si se compara con Menorca pero parecida por ejemplo a ciudades como Madrid, y el sueldo aquí es bastante más alto en trabajos especializados como el mío. Aún así, pensamos en volver algún día. El clima no es igual, añoramos el buen tiempo, la comida, la tierra, la familia..., pero estar fuera también abre la mente y estamos satisfechos.

Su experiencia puede servir de ejemplo, de hecho su instituto, el 'Joan Ramis', le invitó a dar una charla ¿cómo fue?
– Bien, les expliqué a los estudiantes mi experiencia y los pasos que tienen que dar si quieren salir, por ejemplo, las diferencias al elaborar un curriculum español o uno inglés. O también cuestiones más prácticas, como la tecnología con la que trabajo o cómo es la vida en Londres. El instituto, y en concreto en este caso el profesor Kiko Borràs, se preocupa de dar a conocer lo que hacen sus exalumnos.