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La campaña electoral dibuja un paisaje diferente, una estética peculiar que adorna calles y carreteras con caras sonrientes y lemas más o menos ingeniosos que reclaman la atención del ciudadano, puesto que cada uno es un voto, si quiere y puede.

La ubicación de los carteles y vallas electorales se transforma en ocasiones en un divertido juego de interpretaciones y, quizá, de premoniciones. Y es que las estampas de los candidatos no tienen más remedio que convivir con señales y otros ornamentos urbanos cuyo vecindaje es en ocasiones peculiar.

De las fotografías que acompañan este texto podemos intuir que el popular Santiago Tadeo tiene encaminado su camino hacia el Consell, que la socialista Joana Barceló cuenta con serias opciones de volver a viajar a Palma con cierta asiduidad y que al PSM le esperan unos resultados espectaculares en las elecciones al Ayuntamiento de Maó, que le darían, de cumplirse el pronóstico virtual, una holgada mayoría absoluta. Para Vicenç Tur queda un patinazo, o al menos dificultades circulatorias.

Del resto de vallas y carteles, queda claro que el centro, en realidad, no tiene un partido que le represente. Unió Menorquina se esfuerza, se pone manos a la obra, a la hora de buscar un cambio por Menorca. El PSOE tira por el camino del ahorro con la publicidad móvil de una furgoneta tuneada, aunque, sin embargo, puede permitirse el lujo de aparcar en zona azul.

El suelo rústico no se escapa de la epidemia electoral, con dos vallas que acompañan al animalito en su apacible cita con el buen yantar. Poco o nada debe saber el pobrecito de aquellos señores que durante las últimas dos semanas han estado a su lado. Y ahora que se ha encariñado con ellos, se los van a quitar.