Más de 32.000 menorquines no fueron ayer a votar y optaron por otros planes. | Gemma Andreu

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Se confirma uno de los temores que se cernía    sobre estas elecciones. Una de las grandes ganadoras de la noche de 28-M ha sido la abstención. La renuncia del derecho a voto sigue ganando adeptos en la Isla. Se acerca significativamente a la mitad el porcentaje de menorquines que pasan de las elecciones municipales. El número de residentes que se abstienen de elegir a sus alcaldes se sitúa en los 33.103, el 45,3 por ciento del total de población con derecho a voto.

El descenso de la participación ha sido especialmente significativo en los dos grandes polos de población de Menorca, Maó (45,4 por ciento) y, sobre todo, Ciutadella, donde el efecto Cincogema se ha dejado notar con muchísima fuerza. En la ciudad de Ponent el 50,52 por ciento de los electores se quedaron ayer en casa. Son porcentajes nunca antes vistos en la historia de la democracia. También llama la atención la caída de la participación en municipios como Es Mercadal y Sant Lluís. La abstención solo retrocede respecto a hace cuatro años en    Es Castell y Ferreries.

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Esta tendencia al incremento de la abstención, que se ha agravado en las últimas décadas, también se registra en las elecciones para escoger la presidencia del Consell. El número de abstencionistas se eleva hasta una cifra récord, 32.261 personas, el 44,97 por ciento del electorado, tres puntos porcentuales más que hace cuatro años.

Castiga a la izquierda

A la vista de los resultados electorales, que han provocado un importante giro a la derecha en la gran mayoría de instituciones, parece lógico interpretar que el descenso de la participación ha resultado especialmente doloso para los partidos de izquierda. Pero no es una ciencia exacta. Valga mirar a la abstención récord en Maó, cuyos resultados han consolidado al PSOE en la alcaldía del municipio