Biel Calafat, en una imagen tomada en la sede del Instituto Cervantes de Río de Janeiro en 2023, donde exhibió «Olhares», una muestra que llega ahora a la Isla (hasta el 6 de abril) con algunas novedades y comisariada por Tomeu Sánchez.

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Siempre con su cámara fotográfica a cuestas, Biel Calafat (Maó, 1955) es un artista con un fuerte compromiso social. Un hombre con muchos kilómetros a sus espaldas, que ha vivido en África y Latinoamérica, y que el próximo 7 de marzo regresa a casa para inaugurar una exposición, «Olhares», en la Sala Sant Antoni de Maó.

Se trata de una colección que responde al subtítulo de ‘miradas’ y que lleva acompañando al autor desde hace años. Un trabajo que ya exhibió en 2023 en la sede del Instituto Cervantes de Río de Janeiro, donde residía, y que ahora presenta, con algunas novedades, en la Isla para que el público pueda disfrutar de él hasta el 6 de abril.

En «Olhares» podremos encontrar una selección del amplio archivo que Calafat generó años atrás en Angola, en cuya capital, Luanda, residió temporalmente. «Es fácil hablar de diferencias sociales cuando nos referimos a las capitales africanas. No obstante, Luanda es, sin duda, uno de esos lugares donde la desigualdad parece más evidente», explica el fotógrafo sobre una ciudad «de contrastes, que puede resultar tan amable como hostil, razón por la que su centro histórico y sus musseques —barrios informales dispersos sin ningún plan de ocupación— cobraron un sentido especial para mí», relata.

El geográfico es uno de los elementos claves en la exposición, pero no el más importante, ya que el protagonismo recae en las mujeres, las verdaderas inspiradoras del trabajo. «Es imposible concebir el continente africano sin advertir el indispensable papel que en él tienen, tanto desde el punto de vista social como en el ámbito cultural y, por supuesto, en el plano de la economía familiar», recalca el artista.

Una figura la femenina que en la muestra tiene una especial relevancia a través de las zungueiras, el nombre que se les da a las mujeres vendedoras ambulantes que recorren kilómetros de distancia.Personas que buscan mantener a sus familias para que puedan sobrevivir y que según el artista simbolizan la resiliencia.

Fruto de su experiencia diaria en los mercados y musseques, el fotógrafo reflejó la vida cotidiana de Luanda, que no es el único lugar que aparece en «Olhares». Calafat también tuvo la oportunidad de adentrarse en la sabana angoleña, aprender de las tribus del desierto de Namibia y convivir con ellas.

Fruto de esas incursiones aparecen en la muestra    las diferentes tribus con sus    culturas y hábitos de vida ancestrales. «Tribus que pueblan una zona del país olvidada, pero que conforman la identidad del pueblo angoleño. Todas ellas con un claro referente en la mujer, como impulsora y generadora de vida».

Calafat ha estado involucrado en distintos proyectos de la cooperación internacional, lo que le ha permitido utilizar su habilidad fotográfica para visibilizar las necesidades de las comunidades, con reportajes sobre orfanatos, campos de refugiados o proyectos de reinserción laboral, entre otras temáticas. Una trayectoria en la que, tal y como reconoce en la presentación de    «Olhares», se ha dedicado a «observar a las personas, interactuar con ellas, experimentar, reflexionar e intercambiar miradas a fin de que el objetivo de mi cámara sea capaz de captar la realidad para ponerla al alcance de todos aquellos que no pueden ser testigos de ella. Una realidad que, pese a no ser portada en ningún medio de comunicación, es necesario dar a conocer».