Los jóvenes músicos y cantantes recibiendo el aplauso del público.

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Hay conciertos que, más allá de la calidad de los intérpretes o del atractivo del programa, tienen personalidad propia. El que ofreció Can Albertí 1740 Boutique Hotel el sábado en el Teatre Principal la tuvo. En buena parte por la intención de los propietarios, Carole y Olivier Pecoux, que de forma discreta, sin protagonismo, ofrecen un espectáculo de gran calidad y con un objetivo solidario. El año pasado fue para Caritas y este año, para el centro Carlos Mir de la Fundació de Persones amb Discapacitat.

La intervención de la directora, Muriel Previ, con la usuaria Begoña García Prieto, emocionó a los asistentes, cuando explicaron que con la donación esperan comprar un vehículo que permitirá a los usuarios salir del centro y que puedan realizar distintas actividades culturales, de ocio, todas de promoción de la persona y a favor de su integración en la vida social. Otro ingrediente del acto es el apoyo del Ateneu y la implicación de CaixaBank. Margarita Orfila y Carles Verde, presidenta y director en Menorca, respectivamente, le dieron valor a la colaboración entre todos para un acto tan especial. Y el público: participativo, implicado, diverso, en definitiva, agradecido por el espectáculo musical y la personalidad generosa de su organización. El concierto fue también una ventana abierta: se hablaron cuatro idiomas, castellano, catalán, francés e inglés, además del alemán y el italiano de algunas composiciones. Y con el aire fresco que aportaron los intérpretes.

El regalo de Can Albertí fue el excelente concierto que ofreció el sábado en el Teatre Principal y la actuación previa del viernes en la casa de la Fundación Reynolds, de la misma calle Isabel II. Con la dirección del director de orquesta Pejman Memarzadeh, también violonchelista, se desarrolló una gala atractiva, combinando las piezas de ópera con las interpretaciones instrumentales de jóvenes músicos que se están abriendo un camino muy prometedor. Este es el caso de la soprano francesa Claire de Monteil, que hace poco actuó en la Scala de Milán, y que interpretó, entre otras, la popular habanera de «Carmen» de Georges Bizet o el «Miserere» de «Il Trovatore» de Verdi. Brilló también junto al tenor Diego Godoy, que tuvo su momento estelar con el «Adiós a la vida» («E lucevan le estelle») de «Tosca» de Puccini, «La danza» de Rossini o «La tabernera del puerto» de Sorozábal. La ópera fue la protagonista de la noche musical del ‘Principal’.

Pero no exclusivamente, ya que el piano, a manos de Thomas Tacquet, que abrió el concierto con «Pavane» de Fauré, y especialmente el violonchelo, aportaron algunos de los mejores momentos de la gala. Su director Memarzadeh mostró su experiencia con el instrumento en varios momentos del concierto. Cedió el protagonismo a un joven violonchelista, Alejandro Gómez Pareja, que interpretó en solitario dos composiciones de Gaspar Cassado, y, acompañado por el piano, «El cant dels ocells» de Pau Casals, que se llevó uno de los grandes aplausos de la noche.

La sorpresa final fue la pieza «Lippen schweigen» («La viuda alegre») de Franz Lehar, que permitió acabar el concierto con una sonrisa, no solo por el ritmo desde el escenario, sino porque la soprano y el tenor recorrieron la platea entre los aplausos del público.

De esta forma se bajó el telón de un espectáculo que suma tantos elementos en positivo que se convierte en una experiencia de agradable recuerdo para todos los que la viven desde el escenario, el público, los artistas y los organizadores.