Fernando Calvo | Gemma Andreu

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La Guerra Civil española es uno de los episodios históricos más estudiados y que mayor cantidad de libros ha generado, no en vano hay unas 90.000 referencias, según asegura Fernando Calvo González-Regueral (Madrid, 1971), un gran conocedor de la historia militar que se ha especializado en diversos aspectos de la Guerra Civil española. Precisamente, esta tarde a las 20 horas, Calvo presentará en la Biblioteca Rubió, de Maó, los libros «Homo Bellicus. Una historia de la humanidad a través de la guerra» y «La Guerra Civil. Una historia total», en un acto que será presentado por el periodista Josep Pons Fraga, editor del diario «Menorca».

¿Cuáles son las características de su libro «La Guerra Civil. Una historia total»?

—Hace 6 años publiqué el libro «La Guerra Civil. Los libros que nos la contaron», estudié a fondo la bibliografía de la Guerra Civil y llegué a unas pocas pero significativas conclusiones. Me di cuenta que solo un 10 por ciento se dedican a aspectos militares y yo soy historiador militar, quería tratar la guerra como lo que es, antes de civil fue una guerra y yo quería estudiar lo que pasó entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939, sin entrar en componendas políticas, ni de los antecedentes ni de los consecuentes, me centré solo en la guerra y quise que fuera divulgativo, para el lector sin ideas o con ideas preconcebidas, que a veces hacen mucho daño, quería que se leyera el libro como si fuera una guerra lejana.

¿Cómo era España cuando estalló el conflicto bélico?

—En el libro hago una foto del país del 1 de enero de 1936, cómo era la sociedad española, cuantos habitantes había, eran unos 25 millones, muestro la radiografía económica del país con un 50 por ciento trabajaba en el campo y solo un 25 por ciento en la industria, todos los indicadores señalan que era un país pobre, en vías de industrialización, había un 45 por ciento de analfabetismo, un sindicalismo muy numeroso sobre todo de socialistas y anarquistas, UGT tenía casi 1,5 millones de afiliados y la CNT, los anarquistas, un caso único en el mundo, tenía 1 millón de afiliados. Eso nos habla que las condiciones económicas eran duras, el pueblo estaba sufriendo escaseces. En cualquier caso, yo dejo los datos ahí, no saco conclusiones y que las saque el lector.

¿Cuáles son las claves de la guerra?

—Prácticamente la mitad del libro es sobre el 18 de julio, como fecha simbólica, para mí están contenidas todas la claves de la Guerra Civil, cómo se parte el país, hay una tendencia a pensar que fue el ejército que se subleva contra el pueblo y los datos no nos hablan de eso, primero porque no hubiera habido guerra, hubiera habido un golpe de Estado. El ejército se fractura, pero es que la sociedad se fractura mucho, la violencia ejercida en los dos bandos es tremenda, se mezclan odios ideológicos con odios de un pueblo contra otro.

¿Quiénes fueron los enemigos de la República?

—La República tuvo dos enemigos desde el primer momento y se le fueron añadiendo más. Se suele identificar república con izquierda, lo que es un error, porque el primer enemigo de la II República es el movimiento anarquista, no hay año de la República que no haya una sublevación, no solo la de 1934 con un gobierno de derechas, en que los anarquistas estén torpedeando el régimen republicano, incluso cuando está gobernada por la izquierda; y por la derecha un pequeño grupo de monárquicos que el 1932 da con el general Sanjurjo un golpe de Estado. En febrero de 1936 lees las proclamas que lanzan los líderes políticos y son espeluznantes, van desde Falange de José Antonio, que dijo que si las urnas no les eran favorables, las destruirían, y en el otro extremo UGT de Largo Caballero que decía que si no ganaba las elecciones, habría que ir a la guerra civil declarada. Este era el panorama de la campaña electoral, con unos mensajes que calan en la sociedad y en un país que tiene mimbres para enfrentarse, y si además los políticos echan leña al fuego...

¿Y el responsable de la guerra?

—Obviamente tiene más responsabilidades el que se subleva, pero el caldo de cultivo estaba ahí. Un gran historiador y filósofo que vivió y sufrió las consecuencias de la guerra, Julián Marías, decía que el país había perdido las ganas de convivir, media España no solo quería anular a la otra media, quería exterminarla y eso es tremendo.

¿Qué conclusiones saca de la Guerra Civil?

—Saco unas conclusiones que se parecen mucho a las de Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor de la República,    que expone en su libro «Alerta los pueblos», que además de la autocrítica parecen una alabanza a Franco, por la conducción que este hizo de la guerra. En mi libro digo que el autor no es que se congratule con el triunfo de uno, no soy franquista, pero las conclusiones son estas y digo que se parecen mucho a las que en 1940 escribió Rojo. En cualquier caso, no se puede aplicar solo una conclusión a quien ganó y quien perdió, una guerra es un fenómeno muy complejo,    y la Guerra Civil lo fue.

¿Cuál es su opinión sobre la Ley de Memoria Democrática?

—No soy historiador de profesión, soy economista, pero llevo 20 años dedicado a la investigación histórica. En la política hay unas arenas movedizas de las que hay que tener cuidado, como ciudadano tengo mi opinión al respecto, también como historiador. Lo que hacemos con las leyes en España es repetir el patrón de Guerra Civil, gracias a Dios sin armas, pones una ley sobre la mesa y estás conmigo o contra mí, te gusta la ley o la denostas. La ley tiene cosas buenas, empezando por el apoyo a la recuperación de los cadáveres sin identificar, me parece una cosa de justicia humana y que no comprendo que haya gente que se niegue. Lo que me parece una inmoralidad es que después de casi 100 años de la guerra los españoles no sepamos a ciencia cierta cuántos muertos produjo la guerra, a mí eso me remueve,    si la ley añadiera un proyecto común, sugestivo que abrazara todo el país y dijera vamos a contar los muertos, olvidemos el color que tenían, todos son nuestros antepasados y luego vamos a recordarles con respeto a todos. Cada vez que sale el tema con la ley se politiza, solo se quiere contar los muertos de un lado.

¿Cuál es su reflexión final sobre todo este asunto?

—La España que tenemos hoy se debe gracias al sacrificio que hicieron los muertos de la Guerra Civil, luego está el franquismo, la Transición, pero la guerra es un punto de partida donde tenemos que llegar a acuerdos para sanar la conciencia colectiva. Y lo principal es contar los muertos de ambos lados y respetarlos por igual.