Un pueblo inventado por el artista a través del cual expresa libremente su arte. Óleos sobre lienzo y madera en gran formato que tienen la luz como absoluta protagonista. En este universo creativo hay una inversión de roles: ellas son las que tienen el poder y van a la guerra, mientras que los personajes masculinos (solo dos son los que aparecen) están caracterizados como pobres hombres de una forma dramatizada. En el «Domador de colibríes», donde Gomila rinde un pequeño homenaje al artista francés Dominique Ingris, la figura no es un domador de fieras, sino de pájaros, representado, además, con gestos ridículos y amanerados. Y en «El entrenamiento de las amazonas» aparece un esclavo sometido a la fuerza que da el poder a las féminas.
Es pura narrativa dramática, dice Gomila para enfatizar el grave error de quien confunde arte y vida. La idea de fondo es lo que subyace, lo que transmite: un emocionante empoderamiento hacia el coraje femenino. Figuras con una gran fuerza expresiva, retratos para la interpretación abierta, pero que siempre transmiten valentía, fuerza y audacia. Mujeres «enamoradas de la lucha, no de la victoria», tal y como se recoge en frases junto al título de sus cuadros, pequeñas pistas para su interpretación. Mujeres enraizadas a la tierra, como en el caso de la obra «Venus sativa», pero con la cabeza alta, tocando el cielo. Mujeres alineadas a la vida, como «La guardiana de la lanza». O mujeres que se ocultan para después cazar, para dar un firme paso adelante. Mujeres poderosas, que se escenifican en la expresión «Mares en calma no hacen buenos marineros», para destacar que las dificultades forman parte del aprendizaje, «para no dejarse llevar por el canto de sirenas». Mujeres ficticias con las que en algún momento rescata la estética de los años 20, momento icónico para la osadía femenina. Y solo una sola cara real, la de la mujer del artista, representada en el cuadro «La amazona cazadora».
Carles Gomila destaca el cambio de mentalidad con el que ha abordado la creación de cada una de estas obras, empezadas sin una idea clara de hacia dónde podían ir. Acumulando capas hasta que a cada cuadro le llega su oportunidad... «Parto de un planteamiento erróneo en el inicio, sobre el que voy sobreponiendo aciertos, hasta que el error queda humillado, relegado al fondo». Una vez más, el artista menorquín con proyección internacional Carles Gomila destaca en esta muestra por su reinterpretación de los clásicos, por su fuerza y solvencia expresiva. Este sábado se inauguró y puede verse hasta el día 15 de septiembre.
3 comentarios
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Un ilustrador. Por quinta vez en su barrio. No profeta. Aunque bueno.
Puede haber mucha técnica pero poca creación personal.
Gracias, Carles, por relegar el error al fondo, y traernos el acierto. Cuánta fuerza tienen esas mujeres, cuya belleza es sólo producto de sus capacidades guerreras.