El regatista del CN Ciutadella, Felip Moll, en plena navegación. | LES SABLES

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Tras nueve días, cinco horas y 38 minutos el regatista del Club Nàutic Ciutadella, Felip Moll, y su ‘proto’ Gínjol 931, agrandaron su leyenda al llegar al puerto de Olona (Francia) después de haber recorrido las 1271 millas náuticas de la segunda etapa de la regata oceánica en solitario, SAS 2024, entre Las Sables de Olonne–Las Azores–Las Sables de Olonne. Moll vuelve a mostrar sus aptitudes en la clase mini y se sale con la suya de nuevo en una etapa, en comparación con la primera, más larga y estratégicamente más compleja, con sistemas meteorológicos difíciles de gestionar.

El regatista de Es Nàutic, ya en el puerto de Olona, explicaba a través de sus redes sociales que decidió bordear un anticiclón y no buscar los vientos más fuertes al principio, dado que fruto de una ruptura en la primera etapa, ahora entre sus objetivos se encontraba el de navegar de manera más conservadora. Aun así, logró ser décimo de la flota de los prototipos y primero de los veleros de proa no redonda.

Felip Moll, muy eufórico a su llegada. | LES SABLES

Destaca Moll en sus redes sociales que el gran reto de esta regata, «ha sido el cansancio mental, el hecho de haberse sentido tan pequeño ante la inmensidad del océano Atlántico, con días de niebla, frío y humedad. Y es que el mini te hace sentir ‘muy humilde’», comenta el CNC.

Satisfecho, acabando décimo

Como conclusiones, Moll asegura sentirse, «extremadamente satisfecho del reto personal conseguido, un hito personal que llevará detrás una gran reflexión a hacer», narrando que dadas las situaciones vividas y vistas estos días, «el mini no es ningún juego, requiere mucho esfuerzo y sacrificio y te pone en momentos muy duros que atravesar. Literalmente, momentos donde tienes que ponerte en modo supervivencia», narra el ciutadellenc.

A la vez, el retorno personal que aporta a uno mismo, «no tiene precio», exclama, concluyendo el insular que tras completar las dos regatas más potentes del circuito Mini 6.50 y ocho años en la clase, «es momento de reflexión y de plantear nuevos objetivos».