«La influencia del fútbol es muy fuerte, al marroquí le gusta el estilo de fútbol español y, en general, le gusta mucho España», explica a EFE Ignacio Gómez, delegado de la Liga en el país magrebí. Gómez destaca que en el norte de Marruecos, que fue protectorado español, siempre se ha visto la televisión española y recuerda, como anécdota, que en 1951 el Atlético de Tetuán, ciudad norteña donde muchos aún hablan español, jugó en primera división en España.
Entre las peñas de equipos españoles que se encuentran en casi cada ciudad marroquí está la «Gent blaugrana d'Anfa» de Casablanca, presidida por Youssef Bennani, natural precisamente de Tetuán. «Yo he nacido blaugrana», afirma Bennani, quien confiesa tener que elegir «entre papá y mamá» de cara al partido de octavos, pero, al final, no tiene duda: « Que gane el mejor, pero me gustaría que fuera Marruecos, mi bandera es mi bandera».
Y es que es la primera vez desde 1986 que la selección marroquí pasa a la fase de octavos de un mundial y la primera que gana un partido en esta competición desde hace 23 años. Todo ello en medio de una subida del coste de vida que empieza a afectar a su gente. «Se respira mucha alegría, mucha locura, y la necesitábamos. Después del covid, la guerra de Ucrania, la gasolina que sube, los precios que aumentan, es la sonrisa que estábamos esperando», dice Bennani. Este martes, asegura a EFE, «nadie va a ir a trabajar por la tarde» para apoyar a una selección que «está sorprendiendo, y mucho», con un equipo «cien por cien marroquí y con un entrenador marroquí», Wahid Regragui, conocido en Marruecos como «el Pep Guardiola arabe».
En la peña blaugrana de Rabat, su presidente, Mohamed Amine El Oufi, tiene claro que, aunque su corazón «es blaugrana otros días», para el partido de octavos contra España «va a ser rojo y verde». «Si fuera otro rival, sin duda apoyaría a España», dice para recordar que «el pueblo marroquí está viviendo un sueño, que es muy legítimo», ya que su equipo es «la revelación de este mundial». «Tenemos todo que ganar y nada que perder», sentencia.
Otros algo divididos ante el partido son los estudiantes y trabajadores del Instituto Cervantes de Rabat. Como Hiba, marroquí empleada del centro que confiesa sentirse «un poquito confundida: trabajo aquí, tengo amigos españoles... pero espero que Marruecos gane. Respetamos a España, pero queremos de verdad ganar este partido». Si gana España, dice, también se sentirá bien. «Apoyo a Marruecos y, después, a España. Si pasa Marruecos sería lo ideal, pero si pasa España también estaría muy bien».
Aaya, estudiante de español que también apoya a su país por encima de todo, explica que si gana España estará contenta porque su ilusión es estudiar allí, pero añade convencida: «Mi equipo es mejor». Hanna, otro estudiante que se afana en sus ejercicios en la biblioteca del Cervantes, apoya a Marruecos porque es «un buen equipo y el entrenador va a hacer un buen partido», aunque España es su segunda opción en el Mundial porque espera estudiar allí el año que viene.
Otra alumna es Habsa, que solo ha estudiado un año de español pero consigue explicarse para decir que, a pesar de que la selección española es «muy fuerte», ella va sin duda con Marruecos. Para la prensa marroquí, el partido contra España está «escribiendo historia» y consiguiendo que el mundo descubra Marruecos, una selección dispuesta a hacer historia que en el estadio catarí espera contar con más de 40.000 seguidores sin el corazón partido.
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