Sebastià Rotger, presidente de la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE). | miquel angel canellas

TW
0

El mallorquín Sebastià Rotger es el presidente de la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE) que llama a movilizarse contra la normativa estatal que restringe la administración de medicamentos a los animales de compañía y prohíbe la venta de fármacos en todas las clínicas de España. Habla de una problemática que tiene en vilo a más de 30.000 facultativos en todo el país.

¿Cómo y por qué surge la patronal nacional de empresas veterinarias?

−La patronal nació primero en Baleares. Empezó como un chiste malo con un inglés una rumana y un mallorquín que se unieron… (ríe). Era necesario defender los intereses legítimos del sector empresarial que es más grande que el sector profesional. Se viralizó y hace diez años fundamos la patronal a nivel nacional.

¿Cuáles eran entonces sus reivindicaciones?

−Tradicionalmente es un sector dejado y el trabajo que se hace no se corresponde con la remuneración. El cambio del IVA tuvo un efecto reactivo y alimentó la patronal en aquél momento. En España parece que nos acordamos de Santa Bárbara cuando llueve. Diez años después gozamos de cierto prestigio, hemos negociado dos convenios colectivos de un sector que es esencial, como bien nos enseñó la pandemia. La sanidad animal es esencial teniendo en cuenta que los animales conviven con los humanos.

Sabemos que en Baleares hay más hogares con perros que con hijos. ¿Ocurre lo mismo a nivel nacional?

−El animal de compañía es un hecho humano. No nos equivoquemos, es un miembro del núcleo familiar y así lo contempla el Código Civil. Sabemos que nos dicen de todo. Hay un movimiento que nos llama ‘Los peluchitos’, pero lo cierto es que hay una necesidad real. El animal de compañía ha venido a ocupar un sitio y es algo que va a ir a más. Lo notamos más en Baleares porque aquí ha llegado más tarde.

La restricción de la dispensación de antibióticos a los animales de compañía ha sacado a miles de veterinarios a las calles. ¿Están nuestras mascotas en riesgo?

−Sí, es algo que ya se aplicaba hace tiempo para los animales de producción. Sabemos que en porcino desde 2023 hay un 10 % más de bajas. ¿Estamos dispuestos a asumir ese porcentaje de muertes en animales de compañía? Hay al menos un 10 % de posibilidades de que el animal muera por falta de un tratamiento adecuado y sabemos que seguramente este porcentaje será aún mayor por una cuestión de longevidad. No se puede olvidar que los animales de compañía viven mucho más que los animales de consumo humano y reciben asistencia veterinaria durante toda su vida.

El Ministerio de Agricultura ha anunciado que trabaja en un documento para rectificar algunos aspectos del real decreto que restringe la administración de medicamentos a los animales de compañía, entre ellos plantea una rebaja de las multas. ¿Ha visto usted ese documento?

−No. Hemos pedido una reunión con el Ministerio y nos ha contestado ofreciendo una reunión con el director general. Les hemos dicho que no. El ministro o nada, a estas alturas del partido. Nuestra impresión es que quieren que se apacigüen las protestas para que no lleguen hasta el ministro, pero ‘Esta pastilla no nos la tragamos’. Hay una reivindicación común que es dejar de depender de Agricultura y pasar a Sanidad. Este es un movimiento que ha salido desde las tripas del sector.

¿Tienen un calendario de protestas?

−El día 5 de marzo nos concentraremos a las puertas del Ministerio. Sabemos que se fletarán autobuses, aunque no recomendamos hacer una sola explosión de protestas. Esto se tiene que mantener.

El gerente de la clínica gallega en la que murió la «primera víctima documentada» del decreto ha pedido a la ciudadanía que respalde a los veterinarios en su protesta, ¿usted comparte esa idea?¿Llama a los dueños de mascotas a salir a las calles?

−No delante del ministerio. La del día 5 de marzo es una concentración de protesta del sector profesional, pero habrá más. Iremos si hace falta a las puertas del Congreso.

Veterinaria es la profesión con mayor tasa de suicidio de España. Los expertos dicen que la oportunidad de acceso a los medicamentos que se usan para aplicar la eutanasia a las mascotas tiene mucho que ver. Ahora les prohíben vender medicamentos en las consultas como ocurre con la medicina humana, pero ustedes no están de acuerdo. ¿Por qué?

−No es verdad que el suicidio de los veterinarios sea por ese acceso fácil a los medicamentos, los veterinarios (yo no lo soy) tienen una sobrecarga burocrática que cada vez les ahoga más, están poco remunerados y desde el punto de vista emocional su profesión es muy dura. Trata a las mascotas desde que son cachorros hasta que son adultos. Es como si a un pediatra se le murieran todos los pacientes.

Usted no es veterinario, pero ha conseguido ser una de las voces del sector en España, ¿cómo lo ha hecho?

−Yo soy marino mercante (ingeniero), pero monté una clínica veterinaria con mi pareja. Vengo del mundo empresarial. Esta casa (la de las empresas) ya la conocía.

La patronal de empresas veterinarias de Baleares mantiene un duro enfrentamiento con el colegio profesional ¿Qué está ocurriendo? ¿Pasa lo mismo en otros territorios?

El enfrentamiento viene de un tema histórico porque un buen día nos opusimos a que el colegio autorizara un quirófano en una furgoneta. Parte de la sobrecarga de trabajo que tenemos viene del propio colegio. Desde la patronal pedimos un cambio en el sistema de microchips. Nos presentan como digitalización lo que no lo es… Son ellos quienes crearon el enfrentamiento. Al final los dos nos tendremos que entender porque somos elementos esenciales y hay que tender la mano. Como presidente de la patronal empresarial recibo a diario llamadas de otros colegios y no ocurre lo mismo que con los de Baleares. Las otras reuniones son cordiales, intercambiamos opiniones sobre nuestros problemas en común. Aquí es algo que no se ha dado.

En Baleares grandes fondos están comprando las clínicas y hospitales veterinarios, ¿las pequeñas consultas están en riesgo de extinción?

−Están comprando y todos son socios de la patronal. Pienso que los veterinarios están cambiando su percepción sobre ellos. Los fondos son los primeros en aplicar el convenio y ofrecen grandes estándares de calidad. La concentración de clínicas en esos grupos aún no llega 50 % como en el mundo anglosajón, como mucho tienen al 30 o al 35 % del sector. Hay mucho por crecer. El mercado se reposicionará. Las microempresas están condenadas a la extinción. La sobrequipación de sus consultas provocará que los veterinarios de Baleares no tengan más remedio que especializarse o agruparse.

¿Es algo que también está ocurriendo en el resto de España?

−Sí, está cambiando y cambiará muchísimo más. Aquí en Baleares ha costado entrar, pero una vez el primero acepta la oferta la gente lo entiende. Algunos de los que venden lo hacen porque se han jubilado y no encuentran relevo generacional. Los jóvenes han cambiado el chip y quieren tener más tiempo libre…

Sin embargo las facultades de Veterinaria están llenas. ¿Dónde van a parar esos nuevos profesionales? ¿Hay una fuga de talento en España?

−Hay un problema de retención del talento. Un rector me dijo que personas de toda Europa vienen a formarse a España, pero en España cada vez se recortan más las competencias de los profesionales veterinarios. Por eso se van. Cada vez hay más carga burocrática.

¿Es lo que ocurre con el nuevo sistema PRESVET que les obliga a comunicar todas las prescripciones de antibióticos al Ministerio de Agricultura?

−Si solo fuera el control del medicamento… Hay controles por todos lados. Cuando quieres abrir una consulta veterinaria todo son incertidumbres. Cada vez hay más animales de compañía y menos veterinarios ejerciendo, a pesar de que cada vez hay más graduados. Todo es un contrasentido. Los veterinarios se van a ejercer fuera de España o dejan la profesión.