Es educadora infantil y psicomotricista, responsable de la unidad de asesoramiento de Disfam e impulsora del congreso que reúne en Mallorca a ponentes de España y Latinoamérica especializados en diversos ámbitos relacionados con los trastornos del aprendizaje.
El Congreso se desarrolla durante todo el fin de semana con un extenso programa de ponencias.
Es un congreso que celebramos cada dos años y reúne a expertos de distintas comunidades españolas y de países latinoamericanos que vienen a Mallorca para formar, para actualizar conceptos y compartir experiencias en diversos temas relacionados con las dificultades del aprendizaje. El programa de esta edición incluye ponencias sobre la detección temprana, el poder de la comunicación, sobre dislexia y altas capacidades, dislexia en adultos, actualización de tecnologías disponibles y herramientas para el aula y para casa.
¿A quién va dirigido?
Va dirigido a profesionales sanitarios, a profesores y educadores, a personal del ámbito social y también a las familias. Intentamos que los temas se expongan de una forma sencilla, para poder llegar a todos, y que respondan a las necesidades de formación en todos los ámbitos. Nuestro leivmotiv es ‘Formando parte de la solución’, porque si estás formado puedes aportar, tomar buenas decisiones y acompañar correctamente a los niños durante todo el proceso.
Es el trastorno de aprendizaje de mayor prevalencia ¿Sigue faltando formación y sensibilización?
Aún queda mucho por hacer. En las escuelas hemos mejorado mucho, cada vez hay más profesionales implicados y sensibilizados, pero se necesita mucha más formación para acompañar a los niños, para aplicar las medidas oportunas en las aulas, para facilitar las herramientas adecuadas. Estamos en un momento inmejorable ya que a nivel tecnológico tenemos numerosas opciones que pueden facilitar el aprendizaje. Yo siempre digo que estas herramientas son a personas con dislexia lo mismo que unas gafas al miope. La gente con dislexia no es vaga, como se le etiqueta, ni menos inteligente, ni lenta, simplemente es que no se les están dando sus gafas.
Sin las ‘gafas’ adecuadas ¿Están condenados al fracaso escolar?
Y no sólo es eso, nos preocupan mucho las secuelas a nivel emocional que provoca la falta de apoyo en la escuela o en el entorno familiar. Tenemos niños que a muy temprana edad ya presentan cuadros de ansiedad y de estrés ante la presión que sienten y los esfuerzos que hacen para igualarse a los demás. Niños con fobias, trastornos del sueño y de alimentación e incluso con ideación suicida. La etapa educativa es muy larga y no puede ser una pesadilla. El aprender no puede doler y muchos de estos niños empiezan a somatizar muy pronto.
¿Dónde se suelen detectar los casos?
Mayoritariamente son las familias y los profesores. El diagnóstico temprano es fundamental. Por eso desde Disfam trabajamos no sólo con familias, también con los centros educativos, para formar a profesionales y sensibilizar a los escolares, y con los profesionales sanitarios, para que puedan hacer el diagnóstico en las consultas de pediatría y medicina familiar y nos deriven los casos.
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