Colas kilométricas en la carretera de Sóller la semana pasada. | R.L.

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Los movimientos civiles en reacción a la masificación turística van sucediéndose y perfilando un frente cada vez más definidos contra lo que ya se ha convertido en uno de los principales problemas de los baleares. Otro ejemplo -pero no uno más- de ellos es el I Congreso de Turismo de la Societat Civil, que se celebrará a finales de junio y que presenta hoy el Fòrum de la Societat Civil en el Estudi General Lul·lià.

La idea es reivindicar la participación de la sociedad civil en las decisiones capitales sobre la actividad turística y sus efectos sobre la población y el territorio, reclamar voz y voto a la hora de trazar las líneas estratégicas que deben regir la conciliación entre el motor económico de Baleares y sus propios residentes.

El congreso tendrá una vocación analítica y transversal para elaborar un documento abierto a todos los participantes en el que plasmar las propuestas para la gestión del problema turístico. Esa misma transversalidad se refleja en las diferentes entidades adheridas al foro, desde Amics de la Terra al Estudi General Lul·lià, pasando por la OCB, CCOO, PIMEM, Palma XXI, Fundació Gadeso, STEI, la Federació d'Associacions de Veïns i Veïnes de Palma o el GOB.

Margalida Ramis, portavoz del Foro como miembro de una de las entidades integrantes, el GOB, formará parte también de la asamblea convocada en Sineu para el próximo 17 de mayo por la Plataforma Menys Turisme, Més vida para debatir sobre la acción colectiva por el decrecimiento turístico y ahondar en las sinergias que ofrecen estas diferentes iniciativas. «Ya está bien de que se excluya a la sociedad civil de todos los debates importantes sobre el turismo», afirma Ramis para señalar que hasta ahora «solo hemos escuchado a las mismas voces: hoteleros, políticos y alguna vez a los sindicatos».

No es casualidad que justo ahora se estén acelerando las iniciativas de esta índole, cuando ya desde finales del pasado abril se han estado viviendo situaciones de verdadera saturación (las retenciones en las carreteras de Sóller y de Formentor, por ejemplo); estampas que hace solo unos años estaban reservadas a julio o agosto y una advertencia de lo que está por llegar.

«Ahora es el momento para recoger todas estas inquietudes y ver cómo respirar la sociedad civil», señala Ramis para subrayar que el adelanto de la temporada está acarreando también el de sus indeseados efectos secundarios. «El marco político ha cambiado y vemos además los problemas de la nueva temporada y manifestaciones ciudadanas como las de Canarias», apunta para reivindicar la idoneidad del momento actual al tiempo que reprocha la aparente renuncia política a la limitación. «Se había estado hablando políticamente de los límites del turismo en los últimos años, pero vemos que esos límites han saltado por los aires».