¿Quién no recuerda a un compañero de clase con un inhalador en la mano por si de repente necesitaba ayuda para respirar? El 5 % de la población balear tiene asma «una enfermedad inflamatoria que se sabe que tiene una base genética aunque no siempre es así, y cuyos síntomas son sibilancias, es decir, ruidos respiratorios o silbidos, o una presión en el pecho y falta de aire…». Lo explica la doctora Nuria Toledo, neumóloga de Son Espases, con motivo del Día Mundial de la enfermedad que, sólo en las Islas, afecta a 5.680 niños según el estudio Archivos de Bronconeumología.
La patología es de tipo crónico y hay una serie de factores que hacen que se desarrolle, dice la experta sobre una enfermedad que tiene un amplio abanico de expresiones. «Suele surgir en la infancia pero hay otro tipo que es de adultos», señala la doctora Toledo. «Hay pacientes que sólo necesitan tratamientos puntuales, cuando se les junta con una alergia o un resfriado, y otros que deben medicarse a diario».
La imagen del asma viene acompañada de un inhalador con el que se usa un tratamiento para los casos más básicos de inflamación de las vías respiratorias. «El ventolín se está intentando prescribir menos, ahora se da corticoide inhalado. Como muchos enfermos responden bien y tiene pocos efectos secundarios, su uso está generalizado porque el objetivo es que sean pacientes controlados», explica la neumóloga. «El problema es cuando no responden a esta terapia y no puede hacer vida normal, los asmas graves son lo que se investigan más porque aunque son menos, son invalidantes».
Y aquí entran en juego las nuevas terapias. «El tratamiento biológico es lo último, se ha desarrollado en los últimos años y han cambio el paradigma de la evolución grave del asma», añade. Pese a que los factores que desarrollan el asma se desconocen en su mayoría, está claro que el tabaco agrava el proceso. Tampoco ayudan las alergias, muchos pacientes de asma también son alérgicos y un clima extremo o cálido, les empeora. ¿Podría afectar el cambio climático al asma? «Si hay menos lluvias y la primavera está cargada de polen hace que los asmáticos con alergias estén peor. Tampoco es bueno el calor extremo, o el frío, porque se constipan más», reflexiona la doctora Toledo. Lo que ya se sabe y conviene vigilar, es que las noches son más delicadas por el ciclo circadiano del cortisol.
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