Si se toma como referencia el conjunto del año, el precio de la gasolina subió los cuatro primeros meses; en abril llegó a pagarse a 1,726. Sin embargo, en mayo se abarató (1,667 euros), pero en junio inició la senda alcista, que aunque con algunas bajadas, se mantiene hasta la fecha. Como se ha precisado anteriormente, las bajadas ininterrumpidas comenzaron a principios de julio.
En el caso del diésel, durante los primeros quince días de agosto la media ha sido de 1,682 euros el litro; hace un año era de 1,906 euros; por tanto, con la rebaja de los 0,20 euros, los consumidores abonaban 1,706 euros por litro, que son 0,024 euros más que a este mes de agosto.
¿Por qué se encarecen los carburantes?
Mayans precisa que «el motivo del alza de los precios del carburante es el aumento de precio de su principal materia prima: el petróleo, que se ha encarecido en los dos últimos meses por el aumento de la demanda (por las buenas cifras turísticas) y por un déficit en la oferta». En este punto, recuerda que «los países productores de petróleo anunciaron una reducción de la producción del mismo, que se alargará durante todo el 2023 y parte del 2024. Por tanto, cuando tenemos una demande creciente y un déficit de oferta, como está pasando ahora mismo, los precios tienden a subir». A su modo de ver, «esto no es bueno para la recuperación económica; no es bueno para el consumidor, pero tampoco es bueno para las estaciones de servicio, ya que el cliente es sensible a la subida de precios de carburante y si estos suben el consumo se resiente».
El director de Mercados de SDC Analistas, Luis García Langa, argumenta «el precio de los carburantes dependen mucho del precio del petróleo, que se mueve por oferta-demanda como todos los activos. Por la parte de la demanda, es normal ver cierta caída: el mundo se está ralentizando económicamente por las subidas de tipos de interés (que precisamente es lo que buscan); además los ahorros acumulados en la COVID se empiezan a agotar. Por lo tanto, las familias consumen menos, por lo tanto, hay menos transporte de mercancías; afecta mucha más a los containers llenos que van en grandes barcos, los camiones o los aviones, que lo gastamos la familia con el coche. Al haber menos demanda, era normal que el petróleo cayera como cayó desde mediados de 2022 hasta mediados de 2023».
En este punto, Langa se pregunta ¿qué ha cambiado últimamente? Por la parte de la demanda, ha cambiado China, que se ha abierto hace unos meses tras unas medidas ultraprotectoras por la COVID, este despertar del gigante asiático tiene muchas cosas positivas, pero la negativa es una mayor demanda de petróleo que hace que la caída se pueda frenar. Pero casi más importante está la variante de la oferta: se trata de un mercado oligopolístico donde hay un cartel (OPEP+) que en los últimos meses ha decidido reducir la producción de petróleo. Además, Arabia Saudí por su cuenta hizo lo propio hace algunas semanas. Esta reducción de producción (y de oferta) hace que los precios suban.
¿Bajarán los precios?
El presidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de Baleares sostiene que «los analistas y bancos de inversión pronostican que el petróleo seguirá subiendo». No obstante, matiza que «desde la invasión de Rusia a Ucrania, si algo hemos aprendido es que estamos en un momento de auténtica volatilidad en los precios, sobre todo en los de la energía. Vivimos momentos de incertidumbre».
Langa sí cree que el precio de los carburantes puede dejar de subir, ya que «la falta de demanda puede contrarrestar la reducción de la oferta, especialmente si el despertar de China no es tan fuerte y si la actividad económica en EEUU y Europa se sigue frenando. Parece que un precio del barril de Brent entorno a 80 dólares puede hacer sentir cómodos a productores y no debería tensionar mucho a consumidores; ahora tenemos el Brent en 87 y es West Texas en 83».
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