Niños juegan en la playa de Can Pere Antoni, de Palma. | M. À. Cañellas - M.A. CAÑELLAS

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«Los niños nacidos en 2020 están siete veces más expuestos a las olas de calor, a tres veces más inundaciones y al doble de incendios forestales». La conferencia sobre salud y cambio climático que la bióloga Cristina Linares impartió ayer en Son Espases no edulcoró una «crítica» situación. «El futuro pinta mal».

El Institut d'Investigació Sanitària de les Illes Balears (IdISBa) invitó a la codirectora de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano de la Escuela Nacional de Sanidad (Instituto de Salud Carlos III) para impartir una conferencia en la que apremió a administraciones y sociedad a «trabajar en mitigar y adaptarnos a los cambios».

Y es que, dijo la experta, «el problema es la velocidad que está adquiriendo el cambio climático». Si bien siempre ha habido periodos de sequía o inundaciones, en los últimos 50 años suceden de forma cada vez más habitual: «Antes nos ponían al oso polar en el deshielo, ahora nosotros somos los osos».

Y en este contexto de calentamiento acelerado de la Tierra, Balears, en el Mediterráneo, sube al podio. «Es de las zonas más afectadas. El cambio climático va un 20 % más rápido que en el resto del mundo», aseguró. Y es que si en los Acuerdos de París firmados en 2016, unos 200 países se comprometieron a que la temperatura global no subiera más de 1,5 grados, en Balears se llega a los 1,7. Linares se posicionó en contra de este tipo de metas porque «posponen las acciones y ya lo tenemos aquí», señaló. Lo importante, ahora, es reducir el impacto del golpe porque «no es lo mismo accidentarse a 120 kilómetros por hora que a 60».

La localización geográfica es uno de los factores más determinantes para este incremento, según explicó la especialista que además participa en la VI edición del informe de evaluación mundial sobre el cambio climático, promovido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Son más vulnerables al cambio climático las zonas costeras o las de climas extremos (como los polos). También las grandes ciudades debido a las islas de calor.

Otro factor a tener en cuenta por la vulnerabilidad frente al cambio climático es el tipo de población pues afecta más a personas pobres, mujeres o mayores. Sin embargo, ha habido un cambio en los perfiles. «Desde la ola de calor de 2003 existen programas más específicos para tratar, atender y prevenir sus efectos y los ancianos están más controlados. Ahora afecta más a la población activa, principalmente a varones de entre 30 y 50 años», indicó la experta quien, además, señaló a los trabajadores expuestos a las temperaturas «construcción, carreteras, riders...». Por último, los niños tampoco quedan exentos de los riesgos climáticos, añadió.

Efectos sobre la salud

En 2020, la tasa de mortalidad por fenómenos meteorológicos extremos, se multiplicó por 15 en las zonas más vulnerables y afectó, sobre todo a niños y mujeres. Los incendios, huracanes, olas de calor y sequías «afectan a la pesca, la agricultura, la calidad del agua que es vital para la supervivencia y puede conllevar más enfermedades», explicó Cristina Linares. Se refería, por ejemplo, a una mayor afectación en patologías respiratorias o vasculares aunque también incide en la salud mental.

«La crisis climática es, principalmente, una crisis de salud», sentenció la especialista que dijo que, «aunque dejáramos de emitir gases, lo que es imposible, seguiríamos sintiendo los efectos del cambio climático durante décadas». Otra de las consecuencias del calentamiento global es «la redistribución de enfermedades tropicales como el dengue o el zika que nos suenan de países de otras latitudes. Hoy en día ya tenemos brotes endémicos causados por mosquitos que antes no podían vivir aquí porque no tenían ese nicho ecológico».