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A mediados de este pasado mes de febrero la Cadena Ser abría sus servicios informativos de las 08.00 de la mañana, los de mayor audiencia en toda España, con los datos del acuerdo al que habían llegado empresarios turísticos y sindicatos en Balears que garantizaba una subida salarial del 8,5 % en los próximos dos años además de otros beneficios.

Es extraño que un medio de comunicación nacional de esa relevancia dé semejante importancia a unos pactos de carácter regional. Lo que la Ser resaltaba es que es posible evitar, al menos en parte, las perniciosas consecuencias de una acelerada pérdida de poder adquisitivo a cambio de la necesaria paz social.

Los acuerdos llegan además cuando se cumple un año de la aprobación del Decreto ley de medidas urgentes para la sostenibilidad del turismo en el que se incluyen medidas que favorecen la salud laboral de los trabajadores. Parece que, en un arrebato de sentido común, los tres actores: administración, empresarios y sindicatos, están poniendo en práctica medidas que garanticen el futuro sostenible y equilibrado del turismo en las Islas y dando un ejemplo a otros sectores que van más atrasados. El turismo fue el sector que más utilizó los ERE durante la pandemia: más de medio millón de empleados pudieron beneficiarse de esas medidas temporales evitando la llamada «gran renuncia» por la que estos no querían volver a sus antiguos trabajos o al trabajo presencial, especialmente en sectores con sueldos bajos, horarios incómodos y jornadas que incluyen los fines de semana, todo ello con sueldos modestos. En este sector solo las tareas de back office, una pequeña parte del total, pueden hacerse por teletrabajo. El resto, hasta que los robots se ocupen de ello, exige el esfuerzo de las personas atendiendo al cliente.

Los ERE facilitaron la rápida reapertura de los alojamientos turísticos. Gracias a ellos decenas de miles de trabajadores han pasado a fijos discontinuos con garantía de estabilidad. La hacienda pública también se beneficia al incrementarse el número de trabajadores que tributan.

Muchas de esas personas, de nuevo hasta medio millón, son extranjeras, bien porque es su primer trabajo, bien porque hablan idiomas que los locales desconocen. También ellos buscarán mejores ingresos y mayor flexibilidad si no logran una rápida mejora en un mercado en el que la mano de obra ha adquirido más poder del que tenía antes de la pandemia. Esperemos que este ejemplo cooperación se extienda.