Horrach, vicepresidente segundo de la Federación, asegura que la voluntad de los hoteleros es no crecer en volumen.

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Jaume Horrach (sa Pobla, 1976) es el consejero delegado de Eixhotels, presidente de las asociaciones hoteleras de Alcúdia y de Can Picafort, además de vicepresidente segundo de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM).

Tiene usted fama de ser un hotelero rojo y nacionalista.

Puede ser que tenga esta fama, pero rojo no me considero en absoluto. De hecho, me considero muy moderado, si bien es cierto que me ha gustado siempre debatir y dar mi punto de vista, en ocasiones con vehemencia, y ello puede acarrear que a veces te sitúen en posicionamientos que no corresponden con la realidad. Nacionalista, sí, por imperiosa necesidad.

Los hoteleros tienen fama de llorones.

Es de sobra conocido que los mallorquines somos unos pasadores de pena compulsivos. En definitiva, hacemos los mismo que han hecho toda la vida los payeses y nos quejamos porque lo llevamos en el ADN. Los hoteleros son, además, de espíritu inquieto e inconformistas por naturaleza.

¿Qué valoración hace usted de la reimplantación del impuesto turístico?

Siempre hemos estado en contra porque nos resta competitividad. No se ha entendido que las Balears son un destino commodity, fácilmente sustituible por otras zonas del Mediterráneo. Se ha querido asimilar Balears a destinos absolutos como Nueva York o París, pero la realidad es que, en buena parte, aún somos un destino de masas con fuerte presencia de turistas que demandan un sol y playa parecido al que pueden encontrar en otras zonas del Mediterráneo. Es por ello que ahora mismo el impuesto turístico se ha convertido en una debilidad competitiva de las Islas.

¿Y el hecho de que se duplicara su precio un año después?

Muy difícil de explicar por parte de los políticos y muchos menos entender por parte de todos. La duplicación de la cuantía no ha hecho sino agravar la situación de debilidad ante una coyuntura actual que no es la de las temporadas anteriores.

Una de las quejas habituales de los hoteleros es que se desconoce a qué se destina el dinero del impuesto turístico, ¿lo sabe usted?

El hecho de que no sea un impuesto finalista dificulta que se sepa el destino definitivo de la recaudación. Tenemos claro que es un impuesto que se ha alejado de las premisas ecológicas iniciales que son las que deberían centrar el objetivo de su reinversión ya que, por otra parte, somos conscientes de la necesidad de optimizar y poner en valor todos nuestros recursos naturales. Asimismo, reclamamos que al menos el 50% de lo recaudado se invierta en la zona en la que se ha cobrado. De momento ni ciudadanos ni turistas están viendo el destino de los 200 millones que se llevan recaudados.

¿Qué actuaciones deberían realizarse en Alcúdia y Can Picafort?

En Can Picafort, por ejemplo, podría remodelarse la totalidad del Passeig Colón, que es el eje vertebrador de la zona y que solo se ha reformado en una pequeñísima parte. Hay un activo tremendamente desaprovechado, Son Real, que debería tener inversión y un proyecto serio para ponerlo en valor. La circunvalación de Can Picafort es algo que necesitamos imperiosamente para transformar el centro urbano que hoy atraviesa la carretera de Artà. En Alcúdia se da una situación paradójica, puesto que el Ajuntament tiene un remanente multimillonario de tesorería (unos 80 millones de euros) que no puede utilizar debido a la famosa ley Montoro. Toda la zona de los lagos y los canales debería ser reformada y modernizada porque no existe nada similar en la isla y se está desaprovechando y echando a perder por falta de inversiones.

¿Cómo valora la gestión de Gabriel Barceló y Bel Busquets?

Ha sido un trabajo dubitativo, al enrocarse en el tema del alquiler vacacional. No se ha podido avanzar porque se han centrado en ese asunto, cuando ya existía una normativa. Creo que los dos perfiles son muy distintos. Ha faltado comunicación y voluntad de acercarse a conocer más y trabajar más unidos con el sector turístico.

Entonces, ¿se ha regulado bien el alquiler vacacional?

Entendemos que el Govern de José Ramón Bauzá ya había regulado el alquiler vacacional, dando carta de naturaleza a todos los unifamiliares, si bien falló en el seguimiento y en el cumplimiento, es decir, en la inspección. Era necesario incrementar el número de inspectores de turismo y dotarles de herramientas tecnológicas para ayudarles en su trabajo, pero al menos estaba claro quién podía entrar y quién no. No permitía el alquiler vacacional en plurifamiliares.

¿Era mejor la legislación anterior que la aprobada por el Govern de Francina Armengol?

La legislación debe cumplirse porque si no se rompe el modelo de convivencia y hay una perversión de los planeamientos urbanísticos y de los usos. Es imprescindible contar con un cuerpo de inspectores capaz de hacer cumplir la normativa. En caso contrario, vamos hacia un paradigma diferente en el que todo estará permitido.

Entiendo que considera que el Ajuntament de Palma ha acertado al prohibir en todos los casos el alquiler vacacional en plurifamiliares.

Sí, sin duda.

¿Ha acertado también al prohibir nuevos hoteles en la zona centro de Palma y al limitar su instalación en el resto de la ciudad?

Sí. Considero que debe frenarse la instalación de nuevos hoteles. Palma ha llegado a su tope y debe frenarse su turistificación absoluta.

¿Cómo valora la gestión de Isabel Oliver como secretaria de Estado de Turismo?

Ha tenido poco tiempo, y su labor se ha centrado en evaluar y atenuar las posibles consecuencias del brexit. En todo caso, es de agradecer su conocimiento previo turístico y su cercanía. Sería deseable que siguiera en el cargo.

La decisión final del brexit se ha prolongado hasta octubre.

Es una patada a seguir. Es bueno porque salva esta temporada, aunque hemos de continuar pensando qué puede pasar en octubre y estudiar cómo podemos minimizar su impacto.

Entonces, este verano no habrá consecuencias.

De hecho, ya las ha habido todos estos meses de incertidumbre, no estamos en un ciclo expansivo y debemos ser conscientes de esta nueva situación.

Las previsiones apuntan a una caída significativa del mercado alemán.

Las reservas de alemanes para los meses centrales del verano están peor que la de los británicos.

¿Por qué se van a Turquía y otros destinos competidores?

Porque la economía alemana no está tan boyante como otros años. La caída, de momento, en los meses centrales de la temporada es del 20%.

Parece que ya está llorando.

Muchos ya hemos tenido que hacer ofertas.

¿La solución es bajar precios?

Hay un momento en el que se deben bajar precios porque nuestros competidores más inmediatos tienen unos precios de combate. No queda más remedio que hacerlo puntualmente, aunque nuestra apuesta siga siendo la de crecer en calidad y en valor, pero no en volumen. Esto está fuera de discusión.

¿Hay que buscar mercados alternativos?

No es posible de un día para otro. Podemos mirar al mercado ruso o al de Europa del Este, pero no es fácil. Además, para que vinieran aquí deberíamos hacer grandísimos descuentos. Uno de los grandes problemas que tenemos es que los touroperadores alemanes tradicionales nos dicen que sus clientes habituales hoy por hoy prefieren Turquía, Túnez o Egipto. Es aquí donde saltan todas las alarmas. También es cierto que marzo y abril han sido buenos.

Pero cuando asegura que hay un 20% menos de reservas en el mercado alemán parece que quisiera usted provocar miedo.

Esta es la situación actual, pero quedan meses por delante. De momento, no es un drama ni es uniforme en todas las zonas y productos.

Es que año tras año se supera el número total de turistas, aunque el pasado julio y agosto se redujera un poco.

Quizá entremos en un escenario donde se reduce la curva ocupacional de julio y agosto en beneficio de meses de temporada baja.

Pero si en lugar de ser la mejor temporada de la historia es la segunda mejor o tercera, ¿tampoco sería tan grave, no?

Si en los meses de julio y agosto tuviésemos un descenso de ocupación muy notorio, pongamos un 15%, el efecto sería nefasto. Es cuando tenemos los mejores precios, por lo que una bajada drástica repercutiría muy negativamente. Hay quien abre en marzo y abril sabiendo que empatará, pero tiene una conciencia social que les empuja a iniciar la temporada.

Abrirán porque les conviene.

Sí, sabiendo que en alguna ocasión solo salen a empatar.

Los ingresos por habitación disponible no dejan de aumentar.

Es cierto. La realidad es que los hoteleros de Balears hemos realizado un esfuerzo inversor en los últimos años. En torno al 65% de la planta hotelera se ha modernizado y en muchos casos se ha aumentado de categoría en una apuesta por la calidad. En todo caso queda una parte significativa pendiente de reformar. Necesitaríamos una disposición adicional cuarta como la Ley de Turismo promulgada por el Govern anterior, pero sostenible y continuada en el tiempo. Eso sí, obviando incrementos de plazas y volumen. Se trata, en definitiva, de facilitar las reformas. Es cierto que la Ley de Turismo modificada tiene una disposición adicional tercera encaminada a facilitar las reformas, pero es muy limitativa. Debería recuperarse el espíritu de la disposición adicional cuarta.

¿Qué solicitaría a las administraciones para que pueda completarse el proceso de modernización hotelera?

Además de una legislación facilitadora, que las administraciones creasen oficinas de inversiones estratégicas para agilizar la tramitación burocrática. Las reformas se encuentran en un embudo en los ayuntamientos y otras admnistraciones.

¿Los hoteleros deberían tener prioridad?

Es evidente que las grandes inversiones, hoteleras o no, pueden generar empleo y que retrasar su ejecución perjudica a todos.

¿La turismofobia es un capítulo cerrado?

Sí, sin duda.

Son muchos los hoteleros que se han pronunciado y ha tomado medidas en sus empresas contra los plásticos de un solo uso.

Estamos en sintonía y alineados con la Ley de Residuos del Govern. Somos muchos los que hemos adoptado medidas al ver la necesidad de reducir plásticos y además nuestra clientela está muy concienciada en este tema.

¿Tiene Balears claro su modelo turístico? ¿Tenemos modelo turístico?

No. Estamos ante una realidad turística cambiante y cambiada. Aumentan los turistas que no tienen como gran prioridad el sol y playa. Antes vendíamos la experiencia del hotel, de la playa cercana… Hoy en día, el hotel ha perdido importancia en el orden de elección, pero no en la experiencia. El cliente quiere venir a Mallorca, después escoge la zona concreta y finalmente el hotel. La desestacionalización va en aumento, aunque muchas administraciones siguen pensando en una temporada de seis meses a la hora de planificar servicios. En todo caso, no podemos olvidar que el modelo actual sigue fundamentado en el volumen.

¿Debería limitarse el número de turistas en julio y agosto?

No.