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La noticia de la quiebra de Monarch ha supuesto un duro golpe para los intereses de Menorca, que se suma a la pérdida de frecuencias en temporada baja con Barcelona y Palma, que ya se había anticipado como más severa. Con la desaparición de la compañía de Luton, ha quedado suspendido el único enlace directo que nos quedaba con la capital británica durante el largo invierno y las nefastas consecuencias que ello supone para nuestra isla no se han hecho esperar. Ha generado un lucro cesante de 800.000 euros para el sector turístico, tal y como cuantificaba la gerente de la Asociación Hotelera de Menorca, sin entrar a valorar las pérdidas económicas que sufrirán los establecimientos que tenían reservas asignadas; ha dinamitado los esfuerzos en promoción turística que se han venido haciendo para romper la desestacionalización, y afecta directamente al residente británico que aprovechaba para escaparse a su segunda vivienda.

Sin ir más lejos, la reciente Volta Cicloturista a Menorca celebrada el fin de semana pasado obligó a 50 corredores británicos a cancelar su viaje y participación. ¿No teníamos que organizar eventos para conseguir atraer gente durante los meses valle? Esto es así de crudo y real. Mientras tanto el Govern afirma que sondeará otras compañías para solventar el problema, pero lamentablemente no es la primera vez que asistimos a este escenario de orfandad aérea y nuestra condición de colonia balear no nos deja margen para pensar en ningún milagro. Piensen en cuál es nuestro peso a la hora de las decisiones de inversión por isla, sin ir más lejos. Tampoco veo demasiado sostenible dedicar recursos del Consell Insular a subvencionar otras compañías porque entramos en un camino sin retorno.

La realidad es demasiado tozuda como para no ver que se repite una y otra vez el problema año tras año, teniendo que afrontar una temporada baja en una situación francamente incierta. De momento, solo veo recorrido en extender también el descuento del 75 por ciento a los vuelos con la Península o reivindicar la tarifa plana universal entre todas las formaciones políticas como una única voz, siguiendo los sabios consejos del diputado canario que este verano nos visitaba en las tertulias de es Mercadal. En estos días de alegato por aplicar la legalidad y hacer cumplir la ley, uno no puede dejar de sufrir pensando que si todos somos iguales, dónde está la igualdad en el reparto de la inversión pública si se destinan cantidades ingentes de recursos para el mantenimiento de trenes de alta velocidad en estaciones donde no baja ni el revisor.