Muere José Martí Gómez, mítico periodista de sucesos

Aunque en su larga trayectoria profesional Martí Gómez abordó todo tipo de temáticas y géneros periodísticos, destacó especialmente por su maestría en las crónicas de sucesos, donde incidía en las anécdotas y pequeños detalles e incluía una perspectiva humanista. Entre los muchos medios en los que escribió y colaboró figuran el «Diari de Barcelona», «El Correo Catalán», «El País», «El Mundo», «La Vanguardia», la Cadena Ser o la revista «Por Favor», a la que llegó de la mano de Manuel Vázquez Montalbán. José Martí Gómez (Morella, 1937) se diplomó en Magisterio por la Universidad de Valencia, fue maestro de la Colonia Industrial del Puerto de Barcelona y empezó su relación con el mundo del periodismo con un trabajo de corrector en el Diario de Barcelona a principios de la década de los 60. Regresó a Castellón para ocupar una plaza en el diario «Mediterráneo» y en 1970 volvió a Barcelona tras ser contratado por Josep Maria Huertas Clavería para «El Correo Catalán».

Con la llegada de la democracia trabajó para «El País», «La Vanguardia» y la Cadena Ser, donde participó en numerosas tertulias y en el programa «A vivir que son dos días». Fue galardonado con varias distinciones, como el reconocimiento al Oficio de Periodista, otorgado en 1999 por el Colegio de Periodistas de Cataluña, el premio Manuel del Arco, junto a Josep Ramoneda, dos premios Ciudad de Barcelona y, en 2008, el Premio Nacional de Periodismo de la Generalitat. Fue autor de una docena de libros, entre ellos «Asesinatos por amor. Crónica negra de la España erótica» (1978), «Amor y sangre en la oficina: historias de delincuentes y pícaros con rostro humano» (1988), «La España del estraperlo, 1936-1952» (1995), «Historias de asesinos: el crimen en España desde 1970 hasta nuestros días» (2004) o «Animales de compañía: historias reales de atracadores fracasados, estafadores modélicos, amantes deprimidos y correspondencia de prisión» (2005). En 2016 publicó un libro de memorias que tituló «El oficio más hermoso del mundo», y en el que resumía cómo entendía su trabajo como comunicador: «Creo en el periodismo que se aprende, como la vida, en los batacazos del día a día, en la calle, en las barras de los cafés, en los autobuses y en los vagones de metro».