Enrique M.A. se sintió ofendido porque el presidente de la finca en la que vivía, Luis Enrique, había terminado de forma abrupta -según él- una conversación que mantuvieron en la puerta de la vivienda de la víctima sobre unos operarios que debían llevar a cabo una obra.
Por ese motivo, y también porque sufría trastornos psíquicos y no tomó su medicación, compró un bidón de gasolina, roció con el líquido de la puerta de la casa de su vecino y, cuando éste salió de su vivienda, le prendió fuego.
Esos son los hechos que relata la sentencia de la Audiencia de La Coruña que condenó al reo, sentencia que confirma el Supremo en lo fundamental.
Así, el alto tribunal rechaza el recurso del reo en cuanto a que no tuvo intención de matar y también en cuanto a que sufriera una psicosis que le privara de sus facultades mentales, aunque sí acepta que estaba alterado psicológicamente.
En este sentido, el relato de hechos señala cómo, tras la citada conversación y sintiéndose «molesto» por la naturaleza de su encuentro con su vecino, Enrique M.A. acudió ante la Policía y señaló que «necesitaba tomar una medicación y que no sabía si la tenía en su domicilio».
La Policía le remitió a la Casa del Mar, donde por no llevar la tarjeta sanitaria no le fue suministrada la medicación. Tras ello Enrique se personó en el Juzgado, que ordenó su traslado en ambulancia al Hospital. Sin embargo, una vez en el centro sanitario, decidió escaparse.
Y fue entonces cuando se dirigió a una gasolinera donde compró un bidón de 5 litros y un mechero. Luego fue a su vivienda, en la puerta de la cual gritó a Luis Enrique: «baja, Luis que te voy a matar, que llegó tu hora».
Luego, Enrique subió a la planta en donde estaba la vivienda del presidente de la finca y roció el rellano con gasolina. Al salir Luis al exterior, resbaló con las chanclas que llevaba puestas, lo que Enrique aprovechó para prender fuego al líquido inflamable.
Mientras la esposa de la víctima apagaba el fuego con un mantel, salvando así la vida de su marido, que sufrió lesiones graves, Enrique salió a la calle, antes de lo cual se cruzó con un vecino, a quien le dijo: «así se hacen las cosas».
Una vez en la calle, trató de vaciar el bidón sobre una alcantarilla, momento en el cual fue detenido por la Policía, que llegaba entonces al lugar de los hechos.
El reo ha sido diagnosticado de trastorno obsesivo compulsivo y bipolar por parte de dos psiquiatras y también por la psicóloga que habitualmente lo trataba, si bien el psiquiatra de la prisión en donde fue ingresado tras los hechos y antes del juicio, apuntó que su situación era de psicosis, es decir, que no era responsable de sus actos.
1 comentario
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Los "atenuantes" rebajan la pena...no hay nada como estar loco para hacer lo que a uno le plazca. La ley en España es ridícula.