La presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, presentó este miércoles la nueva estrategia industrial de la Unión Europea que debatirán los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre prevista a finales de la semana próxima y que se compone de cuatro pilares, uno de los cuales es acelerar las inversiones para proyectos en sectores clave como las energías renovables. Dentro de este capítulo, Bruselas insta «con firmeza» a los gobiernos europeos a incluir en sus planes nacionales de recuperación «medidas efectivas para dar apoyo inmediato a empresas e impulsar su competitividad».
Estas revisiones deben incluir medidas nuevas para absorber los préstamos que no habían sido solicitados anteriormente, como es el caso de España, que dispone 84.000 millones más en créditos blandos y otros 10.000 millones en nuevas subvenciones directas.
Así, la Comisión plantea que estos fondos se puedan utilizar para financiar desgravaciones fiscales y «otras formas de apoyo» concedidas a inversiones verdes en tecnologías limpias, ya tomen la forma de créditos fiscales, depreciaciones aceleradas o subsidios vinculados a la compra o mejora de activos de inversión sostenibles. La respuesta del bloque a corto plazo se complementará con una relajación adicional de las ayudas de Estado a través de nuevas modificaciones del marco temporal de ayudas públicas que la UE puso en marcha a raíz de la agresión de Rusia sobre Ucrania para paliar las consecuencias de la guerra, especialmente la subida de los precios energéticos.
Estos ajustes se realizarán a través de una nueva modificación de dicho marco, que tiene naturaleza temporal y su vigencia finaliza el 31 de diciembre de este año, pero que Bruselas quiere prolongar dos años más, hasta finales de 2025. En esta línea, se simplificarán aún más las disposiciones sobre ayudas públicas para el despliegue de renovables y para procesos de descarbonización industrial, reforzará los esquemas de apoyo a inversiones para la producción de tecnologías «estratégicas» de cero emisiones, permitirá ayudas «más focalizadas» en grandes proyectos clave en las cadenas de valor de tecnologías limpias y elevará el montante de ayudas públicas que los Estados miembros pueden conceder sin tener que pasar un examen previo de Bruselas.
El objetivo de estas medidas «temporales» será «impulsar nuevas inversiones en plantas de producción», también a través de beneficios fiscales, para «garantizar la igualdad de condiciones con otras jurisdicciones» y evitar así el «riesgo de deslocalización». Para el medio plazo, la Comisión Europea planea dar una «respuesta estructural» a las necesidades de inversión con la propuesta de un «fondo europeo de soberanía» antes de este verano con el fin de «preservar un acento europeo en tecnologías críticas y emergentes», entre las que cita la computación cuántica, la inteligencia artificial o la biotecnología.
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