Hoy, el índice de desempleo en Brasil se ubica en el 8,9 %, lo equivale a casi 10 millones de personas en busca de trabajo. Aunque se trata de la tasa más baja desde mediados de 2015, el número de trabajadores informales está en niveles récord al representar cerca del 40 % de la fuerza laboral del país. En este contexto, Lula, que ganó la primera vuelta de las elecciones con un 48,4 % de los votos, unos cinco puntos más que Bolsonaro, afirmó que quiere crear empleo a través de la construcción civil. En la misma dirección, también prometió «recuperar» las industrias naval y petrolera, y «crear políticas de incentivo al pequeño e mediano emprendedor» por medio de «créditos» en condiciones favorables.
«El Gobierno tiene que ser el inductor» de «facilitar la vida de las personas para que tengan acceso a todo, incluido crédito», indicó. Lula, el líder del Partido de los Trabajadores que gobernó Brasil entre 2003 y 2010, subrayó de nuevo su intención de «renegociar la deuda» de millones de familias del país «discutiendo con el sistema financiero», con el que pretende «llegar a un acuerdo». El antiguo dirigente sindical volvió además a acusar a Bolsonaro de «mentir mucho» y tratar de «engañar a las personas pensando que son bobas».
«Brasil retrocedió» durante el Gobierno de Bolsonaro y «por eso decidí ponerme a disposición del pueblo brasileño para recuperar» el país, expresó Lula, para después denunciar la «falta de humanidad» de la actual administración. Lula y Bolsonaro disputarán la Presidencia de Brasil el próximo 30 de octubre en una segunda vuelta electoral para la que los sondeos prevén un triunfo del expresidente progresista con un 51 % de las intenciones de voto frente al 42 % que obtendría el líder de la extrema derecha.
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